Ha habido una circunstancia en la cual he verificado que en la compañía cristiana he hallado un Abrazo que me hace estar frente a todo, que me hace mirar lo que no soy capaz de mirar.
Uno de mis dolores más grandes para mí, desde mi infancia, es la ausencia de un papá, debido a su alcoholismo. Antes de encontrar a la amistad cristiana, mi papá para mí no era nadie. Era mejor censurar este dolor con prejuicios, etc.
Sin embargo, luego de encontrar el Abrazo era imposible hacerme el tonto frente a mi papá... ya que si había personas tan apasionadas por mi vida, ¿cómo podía no empezar a hacer yo lo mismo por mí?
Ha sido un camino en el cual fui acompañado por unos padres que Dios me ha regalado, que han impulsado el deseo de reconciliarme con mi padre.
La primera pregunta que nació en mí fue: ¿qué valor tiene mi papá si nunca estuvo conmigo?
El año pasado mi papá se estaba muriendo en el hospital. Un día, después de haber ido a verlo, con mi mamá y mis hermanos fuimos a comer. Allí empezó una discusión en la cual mi mamá y mis hermanos se enojaron conmigo. Yo les había dicho que mi papá tenía un deseo de felicidad tan grande que ni el amor de mi mamá ni el de nosotros había sido capaz de satisfacerlo. Reconocía que el deseo de felicidad que tenía mi papá, al igual que el mío, es infinito. Sin embargo, hay una diferencia: yo he encontrado lo que llena por completo este deseo, él no. Este día sorprendí en mí tener una simpatía grande hacia mi padre.
Ahora que ya está mejor de salud puedo ir a visitarle donde trabaja. Deseo ofrecerle mi amistad para que a partir de ella pueda ser alcanzado por este Abrazo que lo abraza todo, incluso a mi papá, con todos los errores que haya podido cometer.
Frente a este dolor, ha crecido en mí la capacidad de mirarlo con la certeza de un bien: "Alguien pensó en mí antes de que estuviera en el vientre de mi madre". Mi papá no fue elegido por el azar sino por Alguien que me ama.
También mirando hacia mi futuro sorprendo algo nuevo. No sé qué pasará en mi futuro pero me sorprende no tener miedo a la PSU [examen que se hace al final de la escuela secundaria, del cual depende el acceso a la Universidad]. ¿Por qué? Por esta certeza de que, a través de Su compañía, Su abrazo me acompaña y me sostiene en el camino que viene en mi vida.
Camilo, Puente Alto – Santiago de Chile
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