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VENEZUELA

Como luciérnagas en la noche

Alejandro Marius
10/07/2017 - Trabajo y Persona

«Persona y trabajo son dos palabras que pueden y deben juntarse. Porque si pensamos y decimos trabajo sin decir persona, el trabajo termina por convertirse en algo inhumano que, olvidándose de las personas, se olvida y se pierde a sí mismo. Pero si pensamos en la persona sin el trabajo decimos algo parcial, incompleto, porque la persona se realiza plenamente cuando se convierte en trabajador, en trabajadora; porque el individuo se convierte en persona cuando se abre a los demás, en la vida social, cuando florece en el trabajo. La persona florece en el trabajo. El trabajo es la forma más común de cooperación que la humanidad haya producido en su historia. Cada día, millones de personas cooperan simplemente trabajando: educando a nuestros hijos, maniobrando equipos mecánicos, resolviendo asuntos en una oficina… El trabajo es una forma de amor cívico, no es un amor romántico ni siempre intencional, pero es un amor verdadero, auténtico, que nos hace vivir y saca adelante el mundo» (Papa Francisco a la Confederación Italiana del Sindicato de Trabajadores - 28/06/2017).

En nuestra tan polarizada Venezuela, estas palabras suenan casi abstractas o imposibles de alcanzar en un país que se está jugando su futuro. Si nos quedamos en la superficie, lo que abunda es la intolerancia, la sed de venganza y una violencia que intenta penetrar todos los ámbitos de la vida.

Frente a eso surgen, como luciérnagas en la noche, algunos hechos que desarman a cualquiera, porque con todos los peligros que significa trasladarse dentro del país, resulta conmovedor ver cómo un experto en carpintería y profesores de la UCV viajan hasta Maturín a formar a otros profesores de ese oficio en los CECAL que trabajamos en alianza con Masisa y AVEC; o que un grupo de instructores de peluquería viajen desde distintas ciudades para formarse junto a expertos voluntarios de L’Oréal y profesores de Trabajo y Persona (incluyendo a Mafalda que es una de nuestras egresadas).

Todos estos hechos muestran cómo en medio de la incertidumbre, la violencia y la violación de los derechos humanos, «el trabajo es una forma de amor cívico, un amor verdadero, auténtico, que nos hace vivir y saca adelante el mundo».

Hoy en Venezuela, además de protestar por nuestros derechos y defender nuestra constitución, no podemos dejar de lado el trabajo; porque junto a la libertad de educar, es el pilar que permite que florezca la persona y la base para la reconstrucción del país.


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