Todas las circunstancias que estamos viviendo en este tiempo, marcado por una extrema polarización social y política, altos niveles de inseguridad, la aguda crisis económica, la muerte del Presidente Chávez y las próximas elecciones del 14 de abril, más allá del gran nivel de incertidumbre sobre el futuro que genera a muchos venezolanos, constituyen una oportunidad para nuestra maduración y verificación de la pertinencia de la fe con todo lo que nos toca vivir.
De cara a esta realidad que interpela nuestras necesidades y deseos, nos sentimos llamados a expresar lo que más estimamos y constituye nuestro punto de partida para construir. Como ha afirmado el Papa Francisco al iniciar su pontificado: «También hoy, ante tantos cúmulos de cielo gris, hemos de ver la luz de la esperanza y dar nosotros mismos esperanza. Para nosotros los cristianos, la esperanza que llevamos tiene el horizonte de Dios, que se nos ha abierto en Cristo, está fundada sobre la roca que es Dios». «Podemos caminar cuanto queremos, nosotros podemos edificar muchas cosas, pero si no confesamos a Jesucristo, la cosa no va. ¿Qué ocurre cuando no se edifica sobre piedras? Sucede lo que ocurre a los niños en la playa cuando construyen castillos de arena. Todo se viene abajo. No es consistente».
Para nosotros el criterio último para mirar y juzgar toda la realidad no nace del poder de turno, ni de la cultura dominante, sino del encuentro con Cristo presente, y esto incide en la conciencia que tenemos de nosotros mismos y el modo como concebimos la relación con todas las cosas. Por ello la fe, cuando no es vaciada de su significado, justamente por el hecho mismo de situarse en la realidad y de no ser reducida a un ámbito privado o a un conjunto de valores, no puede dejar de tener que ver con todo: desde la enfermedad, el trabajo, la educación, la vida y la muerte, hasta generar sujetos adultos capaces de tener un criterio propio para estar frente a los distintos problemas sociales y políticos del país.
Porque, como afirma Luigi Giussani, «el primer nivel de incidencia política de una comunidad cristiana viva es su misma existencia, pues esta implica un espacio y unas posibilidades de expresión. Por el solo hecho de existir, si son auténticas, las comunidades cristianas son precisamente garantes y promotoras de democracia sustancial».
Por ello, nuestra apuesta es por comunidades cristianas vivas y auténticas que impulsen el nacimiento y desarrollo de un movimiento de personas libres y responsables que muestren toda su humanidad, con esplendor y entrega generosa, afrontando las necesidades de la vida y entonces creando obras, las cuales son un aporte novedoso y original para la construcción de la sociedad.
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón