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PERÚ

Hemos visto qué es lo más querido

Silvia Neciosup, Vanessa Montañes
20/06/2016

Son las siete de la tarde; ha atardecido y a través del intenso y estresante tráfico diario de Lima llegamos al auditorio de Petroperú, principal empresa petrolera del país. Aquí ya está todo listo para la presentación del libro biográfico Luigi Guissani. Su vida. Cuatrocientas personas expectantes esperan el inicio del acto. Se hace silencio. Canta el coro de la Universidad Sedes y Sapientiae la primera obra polifónica quechua del Nuevo Mundo, Hanacpachap cussicuinin (¡Oh, alegría del cielo! Madre de Dios, hazme conocer el lugar que me reservas en el Reino de los Cielos). Suena también Povera voce (pobre el hombre si no canta con un porqué).

El encuentro ha comenzado. Atrás quedan los días del frenético quehacer para prepararlo todo. Hemos visto qué es lo más querido. Es un regalo ver a tus amigos corriendo: a Silvia moverse para construir este momento con la conciencia de que es la dilatación del Misterio, Lucho con su prudencia detrás y apasionado, Dani activando el volanteo, Igor peleando por cantar porque quería que esta fuera su aportación, los amigos reclamando las herramientas para difundir. Montones de pequeñas iniciativas, las cenas, almuerzos, desayunos donde la conversación giraba en torno a esta espera activa. Mi mujer, recién embarazada, se va a volantear al colegio, con una amiga a la salida del paradero, a la salida de la misa, agota todos los volantes y ¡vende algún libro! Los volantes están sobre el escritorio de mi oficina, con miedo, pero deseando invitar a los compañeros más amigos de la oficina indicándoles que era un momento personal muy importante para mí. Un pueblo en camino.

Alberto Savoranna, el autor del libro, cenando el día anterior nos cuenta el sinfín de encuentros con todo tipo de personas que se han ido sucediendo en el último año a lo largo de decenas de presentaciones que ha realizado del libro por el mundo y en particular en Italia. Personas que leían por primera vez a Don Giussani quedaban prendadas, fascinadas, interpeladas, tocadas o conmovidas por la vida de este hombre. Nosotros nos miramos unos a otros y nos preguntamos: ¿cómo es posible que la vida de un hombre que falleció hace 11 años siga actuando así en el presente? ¿Sucederá en Lima lo mismo que cuenta Alberto de otros lugares?

La primera intervención corre a cargo del arquitecto Miguel Cruchaga, senador del Perú, decano de la facultad de Arquitectura de la UPC y persona de larga y exitosa carrera profesional como director de publicaciones técnicas, como arquitecto y como docente. Tras introducir el contexto histórico de la vida de Don Giussani, nos relata, a través de la lectura de algunos pasajes del libro, cómo ha pasado por el asombro y el deleite hasta llegar a la embriagadora fascinación por la vida y obra de Don Guissani. En el momento culminante de su intervención relata cómo responde Don Giussani a la pregunta ¿de dónde vengo?, ¿quién soy? Y dice: «Déjenme leerles esta hermosísima respuesta, una de las cosas más poderosas que he leído en este libro: “Suponed que nacéis, que salís del seno de vuestra madre con la edad que tenéis en este momento, con el desarrollo y la conciencia que tenéis ahora, ¿cuál sería el primer sentimiento que tendríais? (…) ¡Me vería dominado por la maravilla y el asombro que provocarían en mí las cosas debido a su simple presencia! (…) Por el ser, por una presencia que me encuentro ahí, que se me impone. La evidencia más profunda es que yo no me hago a mí mismo. (…) Yo soy Tú que me haces”. Y repite esta última afirmación, ensimismándose en ella». Era una sorpresa conmovida por escuchar a un extraño, a uno que lee por primera vez a Don Giussani, seleccionar como lo más importante de lo que había encontrado en el libro y leer con voz vibrante el capítulo décimo de El sentido religioso. «Probablemente –como el mismo Don Giussani decía– es el pasaje más importante que he escrito».

Acabó el arquitecto Cruchaga indicando que uno queda absorbido por la inspiración de un personaje extraordinario, reconfortado por la intensidad y magnitud que el texto transmite, y edificado por el torrente de gracia, sabiduría y bien que se nos presenta en el libro. El énfasis de su voz y su mirada corrobora sus palabras.

Intervino a continuación el doctor Henry Gómez Moreno, oncólogo clínico, director de Medicina en el Instituto de Enfermedades Neoplásicas y prestigioso investigador de cáncer con reconocimiento nacional e internacional. Me sorprende la genialidad de su forma de afrontar el libro, ya que al haberse dado cuenta inmediatamente de que no podía afrontar la lectura desde un punto de vista puramente analítico del pensamiento: «hay demasiada información» y «juntando las ideas de acuerdo al orden de la lógica (….) es demasiado potente para manejarlo solo con la razón», así que «tuve que utilizar el espíritu. Soy médico oncólogo, el espíritu lo vivo todos los días, en todo momento, en el dolor de mis pacientes por una enfermedad catastrófica».
El doctor Gómez fue confrontado esta circunstancia suya cotidiana con el libro, con la vida de Don Guissani, viendo cómo respondía a un aspecto clave de su día a día, el trato con sus pacientes, con su dolor, sus búsquedas de respuesta en la ciencia. La inmediata constatación es la soledad, «la soledad de los pacientes, como Giacomo Leopardi, la infinita soledad, el paciente cuando sale de la consulta se encuentra solo, los argumentos científicos, aun siendo válidos, no son suficientes, estos solos no llevan a ningún lado. La parte más difícil de interpretar es el sentido religioso, quién soy yo en este mundo, por qué estoy, este significado es lo que me va a dar la supervivencia. Y finalmente esta experiencia tiene que estar avalada en la verdad, en la felicidad, en la justicia, pero lo más importante, en la belleza. La belleza de decir las cosas, de tener un paciente que se siente agradecido. Esa Belleza, Cristo, nos aclara el sentido religioso». «El libro es una herramienta para yo tener las cosas más claras y poder ayudar a mis pacientes, mi familia, mi país y hacer de este un mejor lugar». ¿Qué es lo que permite que un científico capture en el instante esta belleza y desee hacerla suya? Al final del encuentro se retiró temblorosamente agradecido y en silencio, un silencio lleno de conmoción de haber intuido que la belleza es una presencia ahora.

Al final intervino el autor del libro, el periodista Alberto Savorana, a quien con la sencillez de un niño se le vio disfrutar de las intervenciones de los ponentes, nos condujo por diferentes pasajes del libro y de la vida de Don Giussani que iluminan aún más las intervenciones de sus colegas. Queda en particular en mi memoria el «bel giorno», el “bello día”, el día en que Don Giussani cae en la cuenta de que Cristo responde al sentido religioso, es la encarnación de Cristo, el encuentro con ese hombre que responde a las preguntas fundamentales de nuestro corazón.

¿No ardían nuestros corazones cuando escuchábamos todas estas cosas? Una alegría libre y hermosa caracteriza la cena espontánea que sigue al encuentro a la que todo el que puede se apunta. Surgen conversaciones y comentarios sobre la presentación del libro, sobre las personas que han venido, sobre lo que nos han dicho los ponentes, sobre la manera en que Alberto les ha relanzado citando a Don Giussani, en definitiva sobre la huella que deja la presentación.
Una amiga: «Una profesora se me acerca al inicio de la presentación del libro y me pregunta: “Disculpa, yo he venido de causalidad (no sabía explicarme cómo), pero yo sí había escuchado ya antes de este Giussani, porque en la universidad donde yo estudié Educación (hablaba de la UNIFE) tenía un profesor que me ayudó muchísimo, porque yo era buena estudiando, pero tenía pánico a hablar en público. El profesor me desafiaba siempre y me dejaba para el final de las exposiciones diciendo, y me lo repito hasta el día de hoy: “¡Pero tú no tengas miedo! Disfruta y vas a ver que cuando llegues al final está lo mejor, es como cuando bebemos el café, ¡lo mejor es siempre el final!”. Se llamaba Andrés Aziani».

No hay duda, ha vuelto a suceder, sucede, camina presente entre nosotros, y nos hace desear una vida grande, llena de significado a través de estos rostros amigos que Cristo nos dona, como los de estos ponentes que muchos escuchamos por primera vez.

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Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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