Los días 4, 5 y 6 de agosto tuvieron lugar las conferencias, exposiciones encuentros y conciertos de la segunda edición de Encuentro Asunción, desarrollada en el Centro Cultural Paraguayo Japonés de la Municipalidad de Asunción, con el lema “El otro es un bien”. La asistencia media fue entre 150 y 200 personas por día.
Se contó con la presencia del intendente Mario Ferreiro, el obispo de Asunción monseñor Edmundo Valenzuela y el embajador del Líbano Hassan Hijazi. Entre los ponentes estuvieron el ministro de Hacienda, Santiago Peña, el obispo ortodoxo del Patriarcado de Antioquía con sede en Buenos Aires, monseñor Siluán Muci, el coordinador de la pastoral social de la arquidiócesis, Ricardo González, y otras personalidades del ámbito educativo (Centro Educativo Arambé en Luque, Hogar de menores Virgen de Caacupé en Itauguá) y social (comunidad de Santa Ana en el Bañado Sur).
En la parte musical, la Jazz Band de la Policía Nacional deleitó y entusiasmó al público por más de una hora a lo largo de su concierto, y el virtuoso guitarrista Julio Cristaldo, un joven de 18 años, abrió la conferencia del primer día con piezas de música clásica y folclórica.
¿Qué ha sucedido en estos días, cuando los mismos trabajadores del centro cultural perciben “algo diferente” al resto de eventos? ¿Por qué tanto el intendente como el arzobispo de Asunción se sorprenden y conmueven con la muestra fotográfica “La Belleza del Bañado”? ¿Qué hace que un grupo de universitarios, sin ser expertos en Oriente Medio, expliquen con pasión la exposición sobre “Los cristianos perseguidos en el mundo”? ¿A qué se debe el que quien nos conoce por primera vez, como el obispo ortodoxo Siluán Muci, se siente como en casa? ¿Por qué, después de la explicación de la muestra “El bien de todos”, la responsable del Centro Educativo Arambé pregunta con avidez a la guía: «y ustedes, ¿quiénes son?»?
Creo que son tres elementos los que nos dan la clave para responder a estas preguntas: el lema, una amistad operativa y salir a la plaza pública. Veamos cada uno de ellos.
El lema: “el otro es un bien”
Cuando el grupo de amigos nos reunimos para preparar la segunda edición de Encuentro Asunción, quisimos que el Año de la Misericordia, que el Papa Francisco había propuesto para toda la Iglesia, estuviese presente como telón de fondo; ahora bien, comunicándolo en un modo que todo el mundo pudiese ser provocado y reconocido. Mirando lo que habían propuesto nuestros hermanos mayores de Rímini para este año, decidimos asumir el mismo lema, “El otro es un bien”.
Conforme fueron pasando las semanas y meses, identificando los temas y los ponentes, afrontando las dificultades e imprevistos, nosotros mismos nos dimos cuenta de que decir que “el otro es un bien”, antes que un principio abstracto o una conclusión lógica, se trata de una posición original frente a cualquiera. Si yo miro al otro como un bien, podré aprender de él; su diferencia ya no será una objeción sino una riqueza; eliminaré toda extrañeza y prejuicio, que suelen degenerar en indiferencia y violencia, y daré lugar a una amistad incipiente. Y así fue: lo que más impactó a monseñor Siluán, obispo ortodoxo, fue la hospitalidad de Encuentro Asunción, muy semejante a la de su país, Siria; o bien, gracias al trabajo de los alumnos-discípulos de los arquitectos Yona y Sergio, se pudo mostrar que es posible descubrir una “Belleza dentro del Bañado”, una zona inundada de la ciudad que anualmente queda cubierta por las aguas y respecto a la cual las noticias hablan frecuentemente solo de gente que no trabaja, delincuente y violenta. Las fotografías de Laura dieron rostro a los nuevos amigos bañadenses.
Cuando se mantiene el rumbo de que “el otro es un bien” frente a reduccionismos políticos, sociales o religiosos, entonces de la relación brota el “encuentro”, es decir, la percepción de que algo está sucediendo y unirá nuestras vidas por siempre, como quien se enamora. Desde aquí es como mejor se entiende la marca EA, es decir, Encuentro Asunción.
Una amistad operativa
Con historias y procedencias diferentes, un grupo de amigos comenzamos a trabajar juntos: padres de familia con profesiones en el mundo de la empresa o la arquitectura, jóvenes trabajadores y universitarios, personas consagradas, amas de casa…, todos ellos viviendo la experiencia eclesial del movimiento Comunión y Liberación. Los primeros meses fueron un abanico de propuestas y nombres, con el criterio de invitar a quien conocíamos y teníamos una amistad y relación. No queríamos fichar a ninguna superestrella mediática para llenar el salón sino, sencillamente, invitar a un amigo a conocer a otros amigos.
Conforme se acercaban las semanas del evento, la tensión surgía cuando “caía” un ponente por otros compromisos, no se encontraban los auspicios suficientes o los programas aún no estaban en imprenta. Es entonces, en la dificultad y prueba, cuando se desvela el corazón de cada uno: y así, tensionados por el ideal, la amistad se vuelve operativa mediante cientos de watsapps para resolver los imprevistos, o surge una creatividad que ahorra costes y simplifica los procesos.
Entendimos mejor en estas circunstancias lo que el padre Julián de la Morena nos dijo unas semanas antes del evento: «ustedes tienen un gran tesoro que deben redescubrir y mostrar». Este tesoro no ha sido otro que el de la comunión, vivida como generación común y amistad operativa desde el coordinador general, Armando, hasta el voluntario que colocaba una y otra vez el cartel que se caía, sin olvidar la presencia discreta y sugerente en nuestros encuentros preparatorios de Luis, responsable nacional de CL en Paraguay.
La plaza pública
El tercer factor que ha hecho posible Encuentro Asunción ha sido el carácter público del evento. Público, al realizarse en un espacio abierto para todos, como ha sido el Centro Cultural Paraguayo Japonés de la Municipalidad de Asunción. Pero público también en su sentido de “ponerse frente a todos”, es decir, de ofrecer una experiencia que pueda ser encontrada por todos. Mostremos con algunos ejemplos esta segunda acepción de “lo público”.
Cuando el primer día Nora presentó en el auditorio la muestra “El bien de todos”, con la reproducción de los frescos del Palacio Público de Siena del pintor italiano Ambrogio Lorenzetti (1337-1339), haciendo un recorrido sobre el origen del buen gobierno y las consecuencias de un mal gobierno, el ministro de Hacienda, Santiago Peña, no podía dejar de sentirse provocado personalmente por la experiencia unitaria de un pueblo y sus gobernantes que construyen su ciudad a partir de la Justicia y la Piedad, a diferencia de quienes se dejan seducir y arrastrar por la Tiranía.
Con tres meses de antelación un grupo de diez universitarios comenzaron a interesarse por la realidad de los cristianos perseguidos en el mundo y a dar su disponibilidad para la exposición con el mismo título. Las reuniones se sucedían y los datos se multiplicaban, generando inseguridad en ellos. El padre Javier, que los acompañaba, les hizo una indicación de método: «ustedes no tienen que explicarlo todo sino contar los hechos donde estas personas dan testimonio de su fe, como cuando ustedes lo hacen con sus amigos o en sus ambientes». Todo se vuelve más sencillo. Llegan las fechas de Encuentro Asunción y a la voz temblorosa del primer día, mirando las notas, le sucede la claridad de juicio y mirada al oyente de los días posteriores. Fue una de las cosas que más impresionó al obispo ortodoxo del Patriarcado de Antioquía: la comunión en una misma experiencia, un punto clave de su conferencia-testimonio cuando decía que los cristianos no debemos presentarnos como víctimas del odio del mundo sino como “buenos samaritanos” que llegan a dar la vida por cualquiera.
Plaza pública también significa poner “en el ruedo” (término taurino para indicar el centro de la plaza) experiencias que dan respuesta a necesidades concretas. Frente a los mil análisis sobre el fracaso escolar, la baja formación de los docentes y las aulas que se caen, nuestros amigos del Centro Educativo Arambé en Luque, a las afueras de Asunción, muestran cómo es posible educar a niños que proceden de asentamientos sin ningún tipo de hábito, tradición y, en muchas ocasiones, criterio educativo familiar. O, en el ámbito penitenciario, los escándalos de salas Vip para narcotraficantes junto a presos que tienen que turnarse los horarios de la cama para poder dormir, debido a la masificación de las cárceles, contrastan con la vida comunitaria del Centro de Menores Virgen de Caacupé, que mediante una experiencia educativa integral de dos años salen reinsertados para la sociedad. No hay que inventar las soluciones, solo hay que descubrirlas y contarlas a todos.
Si el Encuentro Asunción del año pasado prendió una llama, en éste, gracias al buen carbón del trabajo de más de cincuenta voluntarios, la llama se ha vuelto fuego. Muchos asuncenos se acercaron al calor de Encuentro Asunción durante esos días de invierno austral. Hasta el frío puede llegar a convertirse en un bien para todos.
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