Han pasado algunos meses desde la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Estos hechos, en su momento han cimbrado a nuestro país y han provocado protestas y análisis en gran cantidad. Sin embargo, ya pasado el tiempo, la rutina cotidiana parece haber provocado el olvido de todo aquello y, lo que es más grave, parece que otros hechos violentos que siguen ocurriendo ya no sacudan nuestras conciencias adormecidas dejando lugar a lo que el Papa Francisco ha llamado la “globalización de la indiferencia”. Frente a todo esto, nos preguntamos: ¿qué es lo que puede impedir que estos hechos, tan desconcertantes, sean olvidados o se vuelvan parte de una rutina? Para ayudarnos a no olvidar es necesario descubrir la verdadera naturaleza de los desafíos que la circunstancia representa.
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