Silvia perdió a su esposo hace cinco años, cuando ella volvía de unos Ejercicios de la Fraternidad. Desde entonces, no quiso regresar. Hasta que hace unos meses volvió a retomar el camino. Así lo describía ella misma en la Escuela de comunidad, a la que llevaba tanto tiempo sin asistir: «yo necesito su ayuda, no comprendo muchas cosas que ustedes entienden ya, pero mi vida necesita de su compañía y les pido que me tomen de la mano y no me suelten». Fue precisamente a través de Silvia como surgió el gesto de reunirnos todas las semanas para el rezo del Rosario. Una iniciativa que nació de su necesidad y que ahora cada semana aumenta en nosotros la conciencia de nuestra dependencia.
También Diana afrontó la tentación de abandonar la Escuela de comunidad cuando se vio abrumada por las circunstancias. Sin embargo, afirma, «al pensar seriamente en irme, me pregunté en qué lugar he obtenido yo las certezas que tengo, y al responder no pude dejar de mencionar a CL, al método de conocimiento que me ha enseñado la educación que necesito».
Fruto de esta forma nueva de conocimiento, crece también la participación y la creatividad en los gestos e iniciativas ya no por insistencia de otro sino por iniciativa personal. El último gesto de la Campaña de Navidad también fue un ejemplo de cómo se involucraron libre y creativamente varios de la comunidad, con la clase de cocina que se organizó con el chef Antonio Márquez. Miriam, por ejemplo, que no podía plantearse hacer una contribución económica, se puso en marcha en primera persona y fue un ejemplo a seguir para muchos otros que se involucraron después de verla a ella.
Como Mª Carmen, que «todavía hoy sigo asombrada y agradecida de todo lo sucedido y vivido en el camino de preparación del gesto y del día en que se llevó a cabo. Descubrí otra dimensión de lo que es realizar una actividad para recaudar fondos, que va más allá de hacer una actividad asistencial, nunca me había tomado tan en serio el entender el verdadero sentido de un gesto que implica la verdadera caridad, el darse, y en donde todo mi ser y hacer está puesto en la mirada de Otro, que es el que verdaderamente obra a través de nuestra persona».
Una cadena de testimonios que ponen de manifiesto esta experiencia de ser mirados con ternura y compasión, algo que genera en las personas una mirada nueva para sí mismas y para los demás, generando “círculos virtuosos” que redundan en beneficio de todos.
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