La celebración no comenzó cuando la música empezó a sonar en el salón, sino semanas antes preparándolo todo. Empezó con la hechura y bordado de purificadores nuevos, el ensayo del coro, la “revisión” de la propia vida hecha por cada uno de los que darían testimonio, la impresión del cartel que estaría engalanando la pared, las invitaciones repartidas una a una. Y el rezo del Rosario diario para pedir a Nuestra Señora la gracia de ser receptivos.
Por un mensaje del teléfono no escuchado, casi nos quedábamos sin flores, pero la hija del gobernador se desposó ahí un día antes, y uno de los arreglos de rosas blancas y azucenas, pedido al prior de los dominicos, embelleció el lugar.
Cuando inició la música en el salón, se impuso el silencio. Rezamos los Laudes. El ensayo previo permitió la armonía en el rezo y en el canto. Nada improvisado.
Comenzó el momento central y, por fin, escuchamos a Carrón en español, ¡en español! Y sus palabras se hicieron nuestras, como una petición al ritmo de la respiración: “quiero vivir así”. Y nos dijo cómo erramos, paso por paso, y qué nos saca de la nada en la que el error te mete.
¿Cuánto tiempo transcurrió mientras él hablaba? No sé, no importaba, no queríamos perder ni un minuto de mirarlo, tomar apuntes para retomarlo en el momento de silencio que se dio después y que los campos de fútbol con sus árboles ayudaban a guardarlo. Y, ¿qué mejor gesto que la Misa después de escuchar a Carrón y de meditar sus palabras en silencio?
Compartimos la comida con gran familiaridad. Nadie se quedó con hambre. Cerraron esta convivencia informal los cantos dirigidos por Leslie, Mariana y Manuela y la “colada” de Cecilia que dirigió Carbonero, honor que pide cada vez que es cantada esa canción.
Pasamos a escuchar los testimonios y no se oyó ni el zumbar de los zancudos; todos estábamos atentos al compartir de este “póker de Reinas” que aceptaron decirnos la obra que el Señor ha hecho en sus vidas; la transformación de historias porque dejaron espacio al Misterio en algún momento de su existencia. El nombre de Lorenzo iba y venía continuamente, ha sido este hombre una gran compañía. Relatos que iniciaban de hace 17 años como hace 7. Hechos violentos, relatos ante la familia, la “tribu” de don Giussani. “… Y desde entonces he sido acompañada como lo había pedido”; las lágrimas de Fely al leer su testimonio conmovida; Magui relatando la llegada de su sobrino como séptimo hijo de la familia; Cheli hablando de su amistad con Carlos y con Rocco, que le cambió la vida y la forma en que Gaby está siendo modelada desde que encontró respuesta a ese Algo que le hacía falta. Todos agradecidos de escuchar este río de amistad que ha generado criaturas nuevas.
Avisos, de los más largos que hemos recibido pero imposible fue acortarlos porque de todo valía la pena enterarse: la visita del Papa a España, los CD de Spirto Gentil, la razón del Fondo Común y… que si queremos tomar en serio la misión ¡habrá que vender Huellas!
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón