Cuando buscábamos un nombre para nuestro encuentro, nunca pensamos que podíamos describir, a partir de éste, de manera tan específica lo que fue para nosotros organizar y vivir estos intensos tres días de encuentros.
“Decir sí a la realidad” fue nuestro lema, y durante estos días esa fue la gran enseñanza que nos hizo el Misterio a quienes conformamos este pequeño pueblo y esta también corta historia que hemos ido viviendo en Costa Rica.
El programa, el lugar, los invitados, todo estaba preparado desde varios meses atrás. Incluso, gracias a los buenos oficios de Carras, tendríamos a Mario Mauro entre nosotros hablando de “Política y Bien Común”.
Sin embargo, la realidad, esa a la que anunciábamos que debíamos decir que Sí, tenía otros planes para nosotros.
El día antes de la llegada de Mauro, una huelga en el aeropuerto de Bruselas. Noche en vela para ver si se resolvía en 24 horas, y así fue. Nos comunican que ha subido ya al avión. Tres horas después, bajó del avión, un motor no funcionó más. Plan de emergencia, grabar un video de la conferencia en menos de 24 horas y enviarlo, con disculpas incluidas.
La noche de la inauguración de nuestro encuentro, en el salón de conferencias de la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, en la capital, San José, 250 personas, incluyendo tres viceministros y representantes de la Cancillería, instituciones autónomas, políticos, universitarios, preguntan por el europarlamentario, evadimos un poco el asunto, hacemos una introducción, y ¡cataplúm!, la noticia y el video.
Y ¡sorpresa! Aunque pensábamos que se nos iba a caer el cielo encima, la calidad de la conferencia y las simpáticas excusas de Mauro hacen olvidar el obstáculo, finalmente fue una noche redonda. Incluyendo la inauguración de la muestra de San Agustín, “Se conoce sólo lo que se ama”.
La noche siguiente, una diputada del partido de Gobierno, una activista provida y un analista y politólogo, convencido agnóstico, debaten sobre “Católicos y política: ¿Es una relación posible?”.
Nuestro Encuentro acabó el sábado, con un concierto con el coro polifónico “Café Chorale”, que entre Gabrielli y Palestrina nos hicieron presente la belleza.
Así terminó nuestro primer Encuentro San José, al ritmo de lo que ha querido enseñarnos el Misterio. De entrada, el primer fruto indudable ha sido contemplar cómo, del arduo trabajo emprendido entre todos los que hacemos este camino juntos, hemos salido más amigos, más dispuestos a ser entre nosotros esa compañía que hace presente a Cristo.
En segundo término, hemos podido entender que lo nuestro es poner nuestro yo en juego, todo, sin ahorrarnos nada, y luego confiar en que Otro sabrá llevar las cosas siempre para nuestro bien.
Ha sido nuestra primera experiencia, hemos aprendido mucho, hemos tratado de estar atentos, y el juicio, al final, sólo nos permite decir: ¡claro que habrá más Encuentros San José!
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