Somos Martina y Daniela, profesora del Gimnasio Alessandro Volta de Bogotá. Hace unos años, algunas maestras que llegaron aquí antes que nosotras comenzaron la experiencia de los "Buscadores del tesoro". La propuesta es reunirse con los niños de tercero a quinto una vez al mes para cantar, jugar, merendar juntos y contarnos la historia de algún "amigo de Jesús".
Para el último encuentro antes de las vacaciones, como cada año, invitamos también a las familias y nos juntamos en un parque de Bogotá. Al principio teníamos ciertas dudas porque la organización no era fácil, la gestión de los tiempos y espacio parecía demasiado compleja. Hablando con Lucía, Lia, Michela y Alice, algunas maestras y amigas que viven con nosotras esta experiencia, se hacía evidente que todas las objeciones se hacían pequeñas ante la posibilidad de proponer algo hermoso a nuestros alumnos y sus familias. Estábamos convencidas de que sería, también para nosotras, una gran ocasión.
Movidas por este deseo, nos lanzamos y propusimos a todos esta jornada. Cuando nos pusimos a organizar el desarrollo de la mañana, percibimos inmediatamente que teníamos entre manos algo mucho más grande que nosotras mismas. Grande no solo por las dificultades logísticas, sino porque intuíamos que, aun con nuestra pequeñez y miseria, éramos la posibilidad para que estas familias pudieran descubrir una forma nueva de estar juntos. Después de contar las inscripciones y verificar que vendría un centenar de personas, esta conciencia no hizo más que crecer. Por la mañana, mirando a los niños que llegaban al parque tan contentos, acompañados de sus familias, luego cantando y jugando juntos, viendo que todos se sumaban y nos seguían en cada cosa, el corazón se nos fue llenando de conmoción y gratitud.
Al terminar los juegos, se celebró la misa, pero para llegar al sitio había que desplazarse en coche. Debido al tráfico en Bogotá, que el sábado por la mañana se intensifica, llegar a misa no era nada fácil. Cuál fue nuestra sorpresa al ver que nadie se había marcado, todos decidieron acudir y participar. Incluso algunos vinieron solo a la misa, así que éramos más que en el parque, ni siquiera había sillas para todos.
En la homilía, el padre Marco preguntó a los niños qué significaba ser "Buscadores del tesoro". «Uno se pone a buscar algo que sabe que existe». Mirando lo que estaba sucediendo, era evidente que estamos buscando algo que existe y que está actuando en nosotros, en los niños y en sus familias. En los Ejercicios espirituales, Julián Carrón nos dijo que «Dar testimonio de la fe es la tarea de nuestra vida. Porque el cristiano tiene una tarea específica en la vida, que no consiste en el ejercicio de una profesión determinada, sino en la fe: dar testimonio de la fe, atestiguarla desde la entraña del propio estado de vida. La iniciativa de Dios tiene como finalidad generar un yo que pueda hacerle presente, entonces al igual que hoy. Esta gran amistad nuestra está totalmente vertida hacia el mundo. El "para los hombres" es históricamente la característica fundamental de la vida de la comunidad cristiana».
Sentirse abrazados por esta preferencia y reclamados a esta tarea ha sido verdaderamente una gracia.
Martina y Daniela, Bogotá
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