En el auditorio Erika Himmel, de la Universidad Católica de Chile, Javier Prades, rector de la Universidad Eclesiástica San Dámaso de Madrid, dictó una conferencia sobre “Dios en la sociedad postsecular”. Ignacio Sánchez, rector de la Universidad Católica, introdujo este acto que se enmarca en el proyecto Ágora UC destinado al diálogo con el hombre contemporáneo, con la cultura y la sociedad actual.
Prades se refirió a la presencia de Dios en la sociedad postsecular, como a «la cuestión» que afecta al hombre contemporáneo, ya que se refiere a la relación que cada cual tiene con el significado concreto y la plenitud de su vida. La clave de nuestra vida es saber de quién venimos, a quién servimos en nuestra vida y a quién queremos volver al final. A todo esto corresponde la noción de Dios.
Para comenzar, el rector de la Universidad Eclesiástica San Dámaso presentó «una imagen que pueda servirnos de hilo conductor en este diálogo». Tomó esta imagen de un conocido pensador judío, Martin Buber, quien escribió un libro cuyo título era El eclipse de Dios: «Un eclipse supone que algo se interpone delante del sol y, por un momento, oscurece la luz. El eclipse no es permanente, antes o después el obstáculo desaparece y reaparece la luz del sol con todo su esplendor».
Esta imagen, explicó Prades, es «la más acertada para describir la situación occidental; más acertada que la otra muy famosa y bien difundida por toda la cultura contemporánea, la de Friedrich Nietzsche que habla de una muerte que es una noche sin retorno, la muerte de Dios».
En cuanto a la experiencia que se tiene de Dios, Prades comentó que «Dios es un tú, un tú viviente y relacional, cualidades que caracterizan tanto a Dios como al hombre. Cuando Dios deja de ser un “tú” y se convierte en un “eso” cada vez más abstracto y lejano, más vaciado de su realidad propia, a la larga se desvanece, cosa que les pasa a muchos de nuestros contemporáneos. Está claro que, en la medida en que prevalece este tipo de mentalidad, efectivamente se interpone un obstáculo a un conocimiento vivo de Dios».
En el mundo actual «existe la sorpresa de un retorno de lo religioso en las sociedades occidentales. El mundo occidental ya no es solo un mundo secular, sino un mundo postsecular en el que la sociedad distingue entre ámbito religioso y ámbito laico, profano», cosa que es necesario considerar para poder entender lo que está ocurriendo.
Para vivir en esta sociedad postsecular «es preciso dejar de lado la idea nietzschiana de una muerte de Dios, de una noche irreversible, y saber que allí donde el hombre busca un significado con su razón, su afecto y su libertad, ya que está hecho para eso, siempre el obstáculo que impide ver la luz va desplazándose y vuelve a brillar el sol. Nosotros como cristianos somos llamados a testimoniarlo en primera persona». El testimonio cristiano es el libre ofrecimiento de una vida, personal y comunitaria, que intercepta los anhelos, los sufrimientos, las heridas y la espera constitutiva de cualquier hombre. Porque el Sol no se puede tapar durante mucho tiempo.
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