«¿Toda esta gente para la presentación de un libro sobre un sacerdote?». El profesor Pedro Espinosa, jesuita, docente de Historia de la Iglesia en la Pontificia Universidad Católica de Chile no podía ocultar su sorpresa al entrar en la sala donde le recibió un grupo de jóvenes voluntarios vestidos con camiseta azul. Al mismo tiempo, don Martino, Juan Emilio y Bolívar, organizadores de la presentación de Luigi Giussani. Su vida dejaban escapar un suspiro de alivio. Efectivamente, el salón de la Católica se había llenado por completo, la gente se apretaba incluso en los pasillos, en total había más de quinientas personas, entre profesores, estudiantes universitarios, empleados, profesionales y amas de casa. Todos ellos reunidos, un viernes de mayo, para escuchar la vida de un sacerdote que nació a 11.000 kilómetros de allí, que murió hace once años, pero que sigue generando movimiento en el presente.
En el escenario, junto al responsable de CL en Chile, Martino De Carli, y el autor de la biografía de don Giussani, Alberto Savorana, dos ponentes de excepción: el padre Cristian Roncagliolo, vicecanciller de la Universidad Católica, responsable de una pastoral universitaria de 20.000 estudiantes, y Mariana Aylwyn, ex ministra de Educación, hija de uno de los padres de la patria chilena, Patricio Aylwyn, el primer presidente después de Pinochet. Ambos abordaron la lectura de la monumental biografía y ambos se dejaron provocar por ella.
De hecho, esta es la definición que eligieron los dos: provocador. «Me habría encantado tenerle como profesor», afirmó Aylwyn: «Don Giussani era un provocador porque provocaba a los jóvenes a ser protagonistas, les provocaba a vivir, más que a razonar. Sus clases eran una invitación a vivir intensamente, les obligaba a pensar, sacudía las conciencias. No imponía, sino que animaba a descubrir, a reconocer el sentido, a decidir con libertad. Decía que educar es un riesgo, y él corrió ese riesgo. Y lo hizo yendo contracorriente, dejando el seminario para ir a dar clase en un liceo anticlerical». La cuestión del riesgo también se convirtió en un mensaje para la sociedad chilena. «Buscamos la seguridad, la utilidad, la popularidad, nos conformamos con la opinión dominante, evitando riesgos, y la vida de Giussani es una dura crítica a todo esto. En la Iglesia, en la política, en la escuela, necesitamos personas valientes como él, que sepan ir contracorriente, defender aquello en lo que creen».
«Giussani nació con cincuenta años de adelanto», comenzó diciendo el padre Roncagliolo, quien añadió que había quedado «profundamente impresionado por su concepción de la fe como acontecimiento, como encuentro real», pero también por el eco de los padres de la Iglesia y por su consonancia con teólogos como Ratzinger y Guardini. «Muchas de las cosas que decía se adelantaban a su tiempo, y de hecho ahora son contemporáneas a nosotros». ¿Qué puede decir la vida de don Giussani a la Iglesia chilena? «A nosotros nos preocupa mucho la acogida y la caridad; Giussani nos recuerda que no debemos sustituir a los chicos, sino invitarles a hacer un camino de verificación de su tradición, provocarles a ser adultos en la fe. Y luego nos recuerda el valor de las preguntas, porque el cristianismo es respuesta a las preguntas más profundas del hombre; no el cristianismo abstracto sino el Cristo real».
Con una intervención apasionada, Savorana se declaró «sorprendido por lo que don Giussani llega a transmitir a personas en latitudes tan distintas». Las razones hay que buscarlas en «una fe vivida profundamente, nacida de la experiencia». La experiencia de «un chaval de 13 años que ama la poesía de Leopardi y luego descubre que "profetiza" el Evangelio de Juan, y entonces decide que no quiere vivir inútilmente». La experiencia de «un joven sacerdote que, confesando en la parroquia, mediante el famoso encuentro con el "Capaneo", descubre que se puede apostar todo por la libertad de los jóvenes y se va a dar clase al liceo para comunicar la fe tal como le había sido comunicada a él; contracorriente, sin miedo, invitando a descubrir la belleza y la razonabilidad del encuentro cristiano». Un provocador, pero de la misma manera que Dios, que asume el riesgo de apostar por los hombres libres.
Finalmente, el encuentro fue también la ocasión para visitar la exposición sobre Giussani "De mi vida a la vuestra", para escuchar los cantos que han nacido en las comunidades sudamericanas de CL, para ver las imágenes de la historia del movimiento, para encontrarse con un pueblo. Porque, como terminó Martino, «no queríamos presentar un libro, sino una vida».
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón