Más de 500 representantes de los 54 movimientos y nuevas comunidades eclesiales de la Arquidiócesis de Santiago participaron en el IV Encuentro de Movimientos en el contexto de este Año Santo de la Misericordia.
El encuentro se inició con los testimonios de Sebastián Zulueta, ingeniero civil, y Josefina Erázuriz, teóloga, de las fundaciones América Solidaria y Trabajo para un Hermano, respectivamente. Ambos contaron cómo hechos concretos de sus vidas, vinculados con profundas carencias humanas de otras personas, los llevaron a crear estas instancias de misericordia, desde el seno de la Iglesia.
Posteriormente, el arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati, saludó a todos los presentes y expresó su alegría de ver reunidos a los diversos movimientos, grupos apostólicos e instituciones laicales.
Un don del Espíritu Santo para vivirlo en comunión
En su mensaje, destacó que el Papa Francisco ha planteado en dos oportunidades, en sendos encuentros con Comunión y Liberación y el Camino Neocatecumenal, un aspecto positivo y un desafío para estos carismas de la Iglesia, que el pastor quiso plantearlos a los participantes de este encuentro en Santiago. En primer lugar, dijo, «el Papa reconoce que los movimientos, las nuevas comunidades en la Iglesia son un don, un regalo. Sí, de verdad, en nuestra Iglesia en Santiago reconocemos que sus movimientos, las nuevas comunidades eclesiales, son un don que hace crecer la fe en cada una de las personas y en las comunidades, como un don para la sociedad. La fe que crece es levadura nueva en la sociedad, que se reconoce más hermana en la única paternidad de Dios». Añadió el cardenal Ezzati que «la fe que ustedes cultivan en sus propias vidas a través de sus movimientos y de las comunidades eclesiales es, de verdad, un don».
Enseguida el arzobispo destacó también «un gran desafío» planteado por Francisco y lo aplicó para cada uno de los movimientos de la Iglesia en Santiago; es «el desafío de la comunión, de sentirnos Iglesia, no grupos aislados, autosuficientes, que creen tener en sí mismos y solamente en sí mismos la plenitud de la vida cristiana». Precisó que esa plenitud está en la comunión y que ningún miembro puede vivir separado del cuerpo. Recordó que el Papa, refiriéndose en general a todos los movimientos y realidades laicales, «les advierte sobre el peligro de autocomplacerse y los invita a entrar cada vez más profundamente en la comunidad de toda la Iglesia». Afirmó que la labor evangelizadora será fecunda en la medida en que las comunidades de Iglesia acojan este desafío.
Finalmente, el cardenal Ricardo Ezzati reconoció «el don carismático de cada una de sus vocaciones. Sin duda, la Iglesia en Santiago no es la misma sin ustedes. La Iglesia en Santiago aprecia, agradece el don carismático que ha brotado en el seno de cada una de sus comunidades. Nosotros esperamos que el concurso de cada uno de sus movimientos pueda aportar a esta Iglesia esa primavera del espíritu que el Concilio Vaticano II ha querido hacer presente en la Iglesia universal. Anhelamos que esa fuerza del espíritu renueve verdaderamente desde lo más profundo de las motivaciones de la vida cristiana el caminar de nuestra Iglesia».
Diversidad de carismas
Durante el día, los asistentes participaron en siete mesas de trabajo, sobre temas como la educación, la familia, las adicciones, los jóvenes, los encarcelados, la promoción humana, la salud y la vida. De este trabajo, surgieron diversas propuestas de misericordia, para poner en práctica durante el año, que fueron llevadas como ofrenda a la eucaristía con que terminó el encuentro, presidida por monseñor Pedro Ossandón, obispo auxiliar de Santiago. El pastor agradeció la gran convocatoria que tuvo esta asamblea de Movimientos de la arquidiócesis y valoró esta instancia, «porque vamos aprendiendo a superar todas las dificultades y a poner en común todos los dones que el Señor nos ha regalado».
Luis Inzunza, del movimiento Comunión y Liberación, cuyo grupo abordó el tema de las personas encarceladas, destacó que el carisma de visitar a los reos es «compartir con ellos, reconocer que tienen los mismos deseos y corazón nuestro, escuchar sus penas y alegrías y tomar conciencia de que nosotros, estando fuera, a veces estamos más prisioneros que ellos, prisioneros del mall, del celular y de otras cosas que creemos que nos dan libertad, la que verdaderamente se gana estando en los brazos de Cristo».
Por su parte, Alejandra Marinovic, del movimiento de los Focolares, participó en la mesa sobre la promoción humana y destacó la riqueza y diversidad de los aportes de este grupo de trabajo y su convicción de que «se requiere una profunda unión con Dios y evangelizar a través del testimonio».
Por último Christian Peter, de la Vicaría de la Esperanza Joven, señaló que «nosotros conversamos sobre cómo trabajar la misericordia en el contexto juvenil y cómo construir la misericordia entendiendo que el otro es parte de mi responsabilidad».
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