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ARGENTINA

La política del Papa Francisco

Mario A. Martín
12/07/2016

Recientemente se multiplicaron en los medios argentinos distintas versiones sobre la relación entre el Papa Francisco y la política de nuestro país. Algunos hechos dieron el pie para generar una cierta confusión sobre la postura del Sumo Pontífice en relación a temas sensibles como el manejo de fondos de financiamiento y la vinculación de Iglesia con la política.

La noticia del rechazo por parte de Scholas de la donación que había hecho la Casa Rosada y otras actitudes del Papa parecían mostrar una distancia entre el Vaticano y el gobierno argentino y, más precisamente, una confirmación de la supuesta mala relación entre Bergoglio y Mauricio Macri.

Lo interesante es que el diario La Nación publica una entrevista del periodista Morales Solá al propio Papa en donde dice entre comillas algunas frases acerca del presidente de los argentinos y donde aclara cuestiones que en nuestro país se debatían hasta el cansancio. También aclara el sucesor de Pedro por qué recibió a Hebe de Bonafini, indicando su verdadera motivación en ese gesto. Lo que queda claro, al leer, es que el Papa tiene otras intenciones. No le interesa involucrarse en enfrentamientos ideológicos de los que nuestra política está saturada, sino que intenta, desde su lugar privilegiado, aportar su grano de arena para generar encuentro.

La política de Francisco es generar una cultura del encuentro. Lo ha repetido muchas veces, aunque esto parezca estar en contradicción con sus actitudes. Pero no debemos olvidar que encontrarse no significa meramente tolerarse, ni mucho menos desconocerse. Ciertamente Bergoglio conoce muy bien, por su intensa vida eclesial y social en Buenos Aires, a casi todos los personajes de nuestro presente político. Por eso mismo, lleva adelante una tarea que le corresponde como mediador espiritual, en una espiritualidad que no es ajena a la realidad, sino que vive en ella, y que no teme ensuciarse con el barro de los rumores, las malas intenciones y las ambigüedades que se generan en la política. Una espiritualidad así es propiamente la espiritualidad católica, base de la Doctrina Social de la Iglesia, que históricamente se ha metido en el medio de las discusiones y de los conflictos que genera cada época y cada situación humana y social.

En todo caso, es útil leer el artículo citado y todos los artículos en donde el Papa habla, se comunica y se expresa con su propia voz. De esa manera se evitará interpretar erróneamente sus dichos y gestos, y evitaremos también la tendencia intencionada que cada medio de comunicación agrega a los mismos.

Vivimos una época compleja, ciertamente. Estamos viviendo un cambio de época marcado por el relativismo extremo y por la búsqueda de la identidad, habiendo perdido referencias en todos los aspectos: política, religión, sociedad, derechos, educación. No desaprovechemos, por eso mismo, el invalorable hecho de tener al Papa Francisco tan cerca nuestro. Pero no perdamos la oportunidad de observarlo a él, de seguirlo a él y no a los que hablan arriba de su voz.

Si en esta época de cambios complejos hay algo muy positivo, es la posibilidad de acercarnos a los hechos y de conocer la realidad con nuestros propios medios, gracias a los avances extraordinarios de la información. Sin embargo, no es serio, desde ningún punto de vista, inferir que hay distancias profundas entre dos personas por la cara que tenían en una foto publicada por los medios, o por los rumores que inicia un periodista en base a su opinión y que se utiliza como base de una avalancha de nuevos rumores.

Por un lado manejamos tecnologías potentísimas de información. Pero por otro lado, en la opinión pública parecen desconocerse cuestiones básicas del realismo y del sentido común. Una foto y un video no nos pueden mostrar todo: el ambiente real que hay detrás de una simple imagen publicada o de un video que generalmente está editado y cortado, y todo lo demás que está implicado en las cosas que dice un periodista, debemos analizarlo con la misma agudeza y seguimiento que nos posibilitan las tecnologías. De lo contrario cometeremos errores de interpretación, cayendo en la trampa de la desinformación y de la prensa rápida e infundada.

Deberíamos concentrarnos más en los hechos y no tanto en las interpretaciones. Tal vez sea necesario un pequeño esfuerzo agregado de investigar y seguir más de cerca, frenando así el ritmo acelerado de las avalanchas de sobreinformación. Por lo demás, yendo a los hechos, se ve claramente cuál es la política de Francisco y se gusta de ella.

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