Una historia que comienza casi un año antes, apenas terminó la jornada anterior, un grupito de amigos que trata de organizar lo mejor posible todo lo relacionado con el gesto: las nuevas entidades (un 50% más que en 2014) y sus necesidades de medicamentos, las farmacias que se suman (casi el doble), mantener las redes sociales, el contacto con los antiguos voluntarios, buscar a los nuevos, todo lo logístico para el día de la jornada, y un largo etcétera de cosas.
No sé si el resultado final son los 1.742 medicamentos donados equivalentes a más de $ 45.000.- (unos USD 4.500), o más bien la experiencia de los que participaron.
El mayor desafío fue la búsqueda de voluntarios. ¡Se necesitaban más de cien! Siempre se comienza por los más cercanos, pero no alcanzaban los viejos amigos, necesitábamos nuevos. Se involucraron muchos en la búsqueda y surgieron relaciones inesperadas. Un grupo de Boy Scout, otro grupo de una parroquia, amigos y amigos de amigos. Oscar que se encontró con la gente de Argentina For All (jóvenes de varios países que hacen intercambio estudiantil) y seis chicos participaron en la jornada de recogida de medicamentos. Katty tiene 26 años y es de Lima. Nos dice que para ella ser voluntaria es “poder ayudar, poder hacer lo que está a mi alcance para que aquellas personas que no conozco puedan tener una mejor calidad de vida y el hecho de ser voluntario me llena bastante”.
También se involucraron los hogares en la búsqueda. Una de las hermanas del hogar Amparo Maternal se acercó a la universidad lindante con la entidad, que respondió convocando a todos sus alumnos y algunos aceptaron la invitación.
Del hogar Padre Moledo, que alberga a madres adolescentes solteras, vinieron dos chicas. Debían ser tres y en el último momento una enfermó. ¡Qué problema! Era la que cubría el turno final. Decidimos dar por terminada la jornada anticipadamente en ese lugar. Pasa Guillermo a avisarles y nos envía este mensaje: “Está Verónica, una de las chicas del hogar, desde las 9 de la mañana y no se quiere ir”.
Más de cien voluntarios significan más de cien historias. Solo conocimos algunas, y aun así no podemos contarlas todas. Pero tanto en quienes debutaban como en los veteranos, la novedad parece ser la constante. Desde hace dos años, el profesor Daniel Domínguez (que nos escribió: “Gracias a todos por organizar este gesto, me hace mucho bien”) entusiasma a sus alumnos a participar en la JDM. Esta vez participaron más de 20 chicos y chicas de 4° y 5° año del secundario del instituto Nuestra Señora de Luján. Se podrían comentar muchas anécdotas de los muchachos: para muchos vencer la vergüenza, algunos dormidos despertados a tiempo, faltazos de última hora que fueron cubiertos de la mejor manera. Decidimos elegir la experiencia de Belén que se tuvo que quedar sola en el último turno de una de las farmacias y nos cuenta: “Al principio me costaba por el hecho de que estaba sola, aunque al principio entraban pocas personas. Pero en un momento comenzó a entrar mucha gente y se me hacía difícil poder hablar con todos. En un momento de la tarde sentía que estaba cansada y sola, ya no podía más y justo apareció una chica y cuando le conté quiso donar. Pero además me preguntó si me podía ayudar de otra manera. Yo le dije que ya ayudaba mucho por el hecho de donar, me agradeció y se fue. Pero al rato volvió y me dijo: te vine a ayudar. Así que me pidió la pechera del Banco y empezó a repartir los folletos a la gente que entraba a la farmacia. Yo me quedé helada porque jamás pensé que me podía pasar esto, justo cuando yo más necesitaba apareció alguien a ayudarme. Lo sentí como una caricia de Dios en ese momento”.
Teresa participó por primera vez: “Participé como voluntaria y al comienzo estaba un poco nerviosa porque no tenía demasiada información del evento, ya que no pude asistir a la reunión informativa. Con el pasar del tiempo se pasaron también mis nervios y me entró un sentimiento… que no sé cómo llamarlo, cómo definirlo… alegría también, al ver lo solidaria y confiada que es la gente ya que recibimos muchas donaciones y muy buena aceptación de la gente, donara o no, también del personal de la farmacia, parecía que nos conocíamos de antes. Siento que Cristo estuvo presente a través nuestro y por eso todo fue tan lindo para mí, particularmente y para todos. ¡Gracias a todos!”.
Justamente también quienes trabajaban en las farmacias vieron algo nuevo. Como nos contó Claudio: “Estoy sorprendido por ver a la gente cómo participaba, no solo recibiendo el folleto del BF, sino comprando los medicamentos. No solo los medicamentos más económicos sino que también se fijaban en cuáles iban faltando…”.
Y qué dicen los más veteranos en la jornada, como Sonia: “Cada año que participo en la Jornada me vuelvo a sorprender de cómo lo ya conocido se vuelve nuevo: ¿qué hace al hombre inclinarse hacia el bien? Las conversaciones cotidianas están llenas de ‘malas noticias’ (delincuencia, terrorismo, inflación, incertidumbre política, corrupción) y de quejas continuas. En la Jornada pocos se detienen a escuchar con apertura la invitación a donar que hace el voluntario, muchos se resisten con la expresión del rostro… después de las primeras palabras que explican el gesto comienzan a cambiar su postura hasta llegar a involucrarse donando lo más caro o lo más barato, no importa, se ve la cara de satisfacción y alegría por participar de un acto de bien. Definitivamente, no estamos mal hechos… el corazón del hombre vuelve a batir y se adhiere al bien, basta solo una propuesta”.
Oscar, presidente del Banco Farmacéutico Argentina, a pesar de su larga experiencia también se asombra hoy: “Que la gente entre a las farmacias con sus preocupaciones, totalmente ensimismados, y salga uno de la nada con una sonrisa y diga, ‘Somos de BF, quiere donar para el hogar...’, e inevitablemente cambie la expresión de su cara... es donde se pone en juego su libertad para salir de sí mismos, para darse al otro. Aquí es donde entra el misterio, pues uno comienza a mirar también a Otro que con su misericordia, te abraza”.
Como se ve, algo bueno involucra por sí solo a todos. Como nos dijo Itatí: “Fue lindo el encuentro con la gente. Y mucha gente muy generosa y consciente, algunos también agradecidos de que estuviésemos ahí”. Pero sobre todo es algo que se puede vivir en primera persona. Así nos dice Fernando: “Gracias por ayudarnos y darnos la posibilidad de educarnos en la gratuidad y salir de nosotros mismos”.
Viviana observa que la farmacia es un lugar especial, donde la mayoría llega con sus dolencias y pesares: “Hacer el bien es contagioso, es verdad que el corazón está para cosas grandes, de esto me di cuenta cuando muchas de las personas que nos dijeron que no al principio, cuando vieron que otros donaban, comenzaron a acercarse y a preguntar y hasta muchos donaron… otros casi tirándote en cara que ellos sufren más, me impresionó que no había pensado que la farmacia es un lugar donde acude mucha gente enferma, es un ambiente de dolor, pero esto no determina el bien, porque aquellos que donaban así y todo con sus problemas, estaban contentos. Nosotras con Juli estábamos muy contentas, era como que cada ‘sí’ nos recargaba para 100 ‘no’. La gente de la farmacia era espectacular, la verdad es que pensaba que es vocacional lo de ellos, hacen de vendedores, psicólogos, ¡todo! Nuestra farmacia era muy grande y pensamos con Juli o abarcamos lo máximo posible o vamos al encuentro... Y fuimos al encuentro, y no solo se fue la ansiedad por la cantidad de gente que había, sino que también yo me di cuenta de que pude hacer experiencia de estos encuentros y de la alegría de la caridad”.
Así como Mariana aquí y por último Guillermo nos transmiten la experiencia que hacen de lo que significa ‘darse’: "Hace un par de años colaboraba con esta causa que iniciaron unos amigos, pero este año pude poner cuerpo a este gran gesto de amor. Es gratificante ver y sentir el calor y las ganas de ayudar de la gente. El compromiso... Realmente conmovida por cada gesto y siendo testigo, una vez más, de los milagros que el amor al prójimo puede realizar. Gracias por la oportunidad de ayudar y ayudarme”.
Al principio no entendía lo del Banco Farmacéutico. No entendía para qué tanto esfuerzo. ¿No era preferible ir por los laboratorios, algunos incluso con los que tengo relación, y pedir directamente medicamentos? ¿No era más sencillo y productivo?, me preguntaba. Incluso cuando me pidieron si podía conseguir algún esponsor y hablaba con las empresas, explicaba mecánicamente lo que era el Banco, pero la verdad es que no lo sentía. Hasta que hice click: en un momento entendí y me di cuenta de que el acto de caridad no es solo para el que recibe el medicamento, sino también para el que se le permite donarlo y el que participa como voluntario. Como si frente a un “gracias” por recibir algo, pudiera decir: “gracias” por dejar que te lo regale, “gracias” por permitirme ayudar.
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