Querido Padre Julián: Cuando hace un tiempo el Padre Mario Peretti nos propuso presentar el libro de don Giussani Los Orígenes de la Pretensión Cristiana en Mendoza, pensamos que sería un gesto misionero hermoso y desafiante. Por mi parte, debo reconocerlo, puse delante muchas “razones” por las cuales mi participación sería relativa: mi marido, los chicos, problemas en el trabajo, la salud, que somos muy pocos en nuestra comunidad, en fin, todo aquello que solemos anteponer y que en definitiva hace que nuestro “sí” no atraviese las circunstancias sino que las interprete fragmentariamente, y al final resulta que los fragmentados somos nosotros. Hace unos meses retomamos este deseo y pensamos en quiénes podrían presentar el libro. Unos amigos propusieron a nuestro obispo auxiliar, monseñor Buenanueva, que ya había celebrado la misa por el aniversario de la muerte de don Giussani, y también al Dr. Abel Albino, un médico amigo nuestro que está al frente de una Fundación contra la desnutrición infantil y todas sus consecuencias (CONIN). Con gran asombro y alegría ambos nos dijeron inmediatamente que sí, pero de pronto nos dimos cuenta que éramos sólo dos personas de nuestra comunidad quienes finalmente organizaríamos todo. En un momento tuve ganas, y le pido perdón por mi fragilidad, de que se suspendiera todo. No sabíamos por donde empezar. Por la gracia de Dios todo fue dándose de una manera muy sencilla. Nos reuníamos con Silvia, con los chicos jugueteando alrededor, y armábamos la invitación, los diseños de los afiches, como se haría la difusión, quién se encargaría de cada cosa. Francisco, desde Buenos Aires, nos facilitó el contacto con la Universidad de Congreso, donde finalmente se celebró el acto. A veces me sentía abrumada. Acordamos con Silvia rezar el Angelus por las mañanas cada una en su quehacer. Era importante tener presente por qué hacíamos este gesto. Invité a mi sobrina, Cecilia, que participa en el CLU en Buenos Aires (a 1100 km de Mendoza), para que viniera a cantar, ya que tiene una voz preciosa y estudia en el Conservatorio. Ella y dos jóvenes más vinieron en auto con Francisco para acompañarnos. Me conmovió profundamente su entusiasmo y disponibilidad. Finalmente llegó el “gran día”. Fui a buscar al querido Padre Mario al aeropuerto. Un día antes un matrimonio amigo nos dice que las Hnas. Carmelitas de clausura querían conocer al P. Mario, ya que conocen al movimiento a través de la revista Huellas. Lo llevé directamente. No puedo explicarle lo maravilloso que fue ese encuentro. El afecto profundo y la sintonía de aquellas hermanitas con el carisma de don Giussani y la alegría ante la presencia del P. Mario. Luego fuimos a ver al Padre Sergio, de la Obra de Don Orione, ya que mi familia participa en esa parroquia y mis chicos van ese colegio. Fue también un encuentro sincero y afectuoso, del que surgió la propuesta para que en un futuro el padre Mario dé alguna charla a los maestros y a los papás de los chicos de la escuela. Por la tarde, en el acto de Presentación, mons. Buenanueva dio una disertación entusiasta y profunda, el Dr. Albino, quien recién llegaba de viaje y con fiebre, dio testimonio de su amor a la Iglesia y el Padre Mario, habló desde su experiencia vivida. Le adjunto el texto que nos facilitó mons. Buenanueva.
Gracias por su paternidad al leer mi extensa carta.
Norma, Mendoza (Argentina)
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