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ARGENTINA

Carta desde Buenos Aires

Mónica Contreras
11/11/2010

Tenemos cuatro hijos que vinieron al mundo “muy seguidos”. Hoy tienen 16, 18, 19 y 21 años. Cuando estaban todavía en la escuela primaria, Omar, mi marido, tuvo la genial idea de proponerles cambiar el famoso “viaje de egresados” del último año por un viaje al Meeting de Rimini. La propuesta sonaba tan fascinante para nuestros hijos como imposible para mí. Yo, con la misma actitud que Sara, sonreí, pensando que por lo menos tranquilizaba el insistente reclamo de los chicos y posponía un poco el problema. En la escuela que dirijo, la mentalidad que impera respecto a este viaje es funesta. Nos encontramos discutiendo criterios básicos para la educación de los adolescentes, no ya con los chicos sino con los propios padres. Y esta mentalidad comienza ya desde el último grado de la escuela primaria (11 ó 12 años). Por ejemplo, para esta edad, estos viajes llevados adelante por empresas de turismo, proponen una noche en la pileta “a la luz de las velas”, hasta altas horas de la madrugada, bailes y fiestas todas las noches, siempre hasta muy tarde. Si esto se propone a esta edad, es fácil imaginar cómo será la propuesta para los que terminan la secundaria…
Nuestro deseo de poder ofrecer algo más verdadero a nuestros hijos no se acallaba. Misteriosamente se fueron dando varias cosas que lo hicieron posible. Yo no me defendí como Sara, por el contrario, mi asombro frente a la obra de Dios en nuestras vidas llenó de silencio mi alma. No sin gran sacrificio y gracias a la inestimable ayuda de amigos italianos que habían estado en la Argentina y nos conocían, y de argentinos que viven en Italia, nuestros hijos pudieron, uno cada vez, vivir la experiencia del Meeting.
La trama de relaciones que se entretejieron en estos años a través de estos encuentros fue increíble, suscitando un flujo de vida que nunca imaginamos.
El primero de nuestros hijos, Juan Pablo, viajó con Santiago, de la comunidad de La Plata; eran dos. Juan Ignacio viajó con Ezequiel, de GS del colegio, y Joaquín, de la comunidad de Campana; eran tres. Estando en Italia y casi distraídamente, Juan Ignacio les dijo a sus nuevos amigos italianos: “Bueno, los espero en la Argentina, en mi casa hay sitio”. Julia y Elisa Piscitelli lo tomaron en serio y al año siguiente vinieron a conocer la vida de GS y el CLU acá. Fue una semana inolvidable; mi casa se llenó de gente y de canciones. Nació una amistad increíble entre la familia de las chicas y la nuestra.
Cuando nuestra gran amiga Claudia Álvarez fue a presentar su disco Despiértame al Meeting el año pasado, Lucía, la mamá de Julia y Elisa, de quien sabíamos que era una excelente concertista, la acompañó al piano. Así, ellos se hicieron amigos de nuestros amigos. Con el viaje de María Itatí, nuestra hija, la aventura todavía fue más audaz: llegó también a España, donde viven amigos argentinos, la familia Serra, y a través de ellos conocimos a tantos otros.
En estas últimas vacaciones de invierno, seis chicos españoles, acompañados por Juan Ramón y Jorge, del Colegio Newman, se hospedaron en mi casa. También ellos vinieron a conocer la experiencia de GS y a compartir dos semanas con nosotros. Nunca podré olvidar la tarde en que mi cocina albergó voces celestiales haciendo tortillas españolas. Con gran conmoción pensaba en nuestra tarea: un sábado a la noche, nuestros hijos, mientras cocinan, le cantan a la Virgen, otros chicos ahogan sus vidas en el alcohol y las drogas sin encontrar un rumbo. La frase que una vez dijo Nembrini me taladra la cabeza: si tus hijos son como son, trabaja para que todos sean así.
Le llegó el turno a Juan José. Viajaron con él Pablo y Agustín, de Capital, Pablo, de la comunidad de La Plata, Nicolás, de la comunidad de Salta, Julia y Magui, con Cristina y Silvina, sus respectivas madres, de Santa Fe. Esta vez, Omar acompañó al grupo: en total, ¡diez!

Transcribo lo que Omar mandó a todas las familias de los chicos al comienzo del viaje:
Queridos amigos: Ya estamos en Italia. Ayer, partiendo de Ezeiza, fue una experiencia muy grande darnos cuenta de que realmente somos un pueblo en marcha.
Estoy muy contento de acompañar a nuestros hijos en esta linda aventura; me impresiona lo atentos que están unos de otros y de lo que estamos viviendo.
Cuando hacíamos el vuelo de Madrid a Milán, en un determinado momento, mirando por la ventanilla, se veía abajo el mar azul infinito; levantabas la mirada y veías el cielo celeste infinito. Como si esto nos estuviera indicando el camino, porque sin lugar a dudas nosotros y nuestros hijos estamos llamados a vivir cosas grandes e infinitas, no porque somos los mejores o porque somos inteligentes, sino porque reconocemos que Él hace todo y nosotros sólo hacemos la experiencia de seguirlo y dar nuestro Sí.
Sepan que todos Udes. están muy presentes en cada momento de las cosas que vamos viviendo porque son parte inseparable de nuestras vidas.
Un fuerte abrazo a todos, los quiero mucho.
Omar

También Juan José se animó a compartir, en su lenguaje tan especial, lo vivido con sus amigos. Transcribo lo que más me impresionó:
La mañana anterior al Meeting fuimos a donde hay que ir si pasás por Milán: a la tumba del Gius. A mí me sorprendió que íbamos caminado, los chicos adelante y los adultos más atrás, y cuando llegamos a la tumba, fue automático hacer silencio y quedarnos mirando esa tumba grandísima con la frase "Oh, Virgen, tú eres la seguridad de nuestra esperanza".
Era la tumba más “viva” de todas. Tenía flores por todos lados y una belleza que no se suele ver en esos lugares. Además, tenía en las esquinas papeles para poner ofrendas, ¡¡¡hasta había biromes!!! Después de unos minutos de contemplación, rezamos todos juntos. ¡Y todavía no había empezado el Meeting!
Antes de hacer este viaje sabía que iba a marcarme, pero no pensé que tanto. En serio, todos nos sorprendimos con el Meeting. Es una cosa que hay que vivirla, porque mis hermanos me habían contado cómo era la cosa, porque ya habían ido, pero es verdad que lo primero que pensás cuando ves tanta gente y el tremendo lugar, es: "¡Esto no es una boludés, no estamos en cualquiera! ¡Dios es Grande!".
El Meeting inauguró con una misa. Daba escalofríos ver a tanta gente junta, en serio. No entendíamos nada porque no había traductores, pero bueno, yo me sentía bien ahí.
Después, tuvimos el encuentro con Rosse (creo que se escribe así) que se titulaba "El corazón de la esperanza renace de un Encuentro". Ella llevó a cinco personas que son de su comunidad. Cada una contó su triste historia: se les murieron todos sus seres queridos. Pero también todos contaron lo mismo: cuando Carrón fue en 2007 a Uganda a dar una charla, se sintieron mirados diferente, queridos diferente, a tal punto que pudieron perdonar esas muertes. La mirada de Carrón eliminó el rencor. Son hombres nuevos y viven para decirles a los demás que se puede vivir así. Fue un encuentro increíble, nos despertó a todos y pensamos que si así empezaba el Meeting, ¡cómo sería lo que seguía! Toda la semana del Meeting fue, como el nombre lo indica, un encuentro con todo: con amigos, muestras, con uno mismo. Nunca estuvimos solos. Siempre teníamos al lado a alguien que nos recomendaba a dónde ir porque el Meeting tiene millones de propuestas y no se puede ir a todas aunque se quisiera. Esa tremenda infraestructura creada por la misma gente del Movimiento, con tantas personas yendo de un lado para el otro, aunque parezca paradójico, me hacía sentir como si fuera todo mío; sentía que todo estaba hecho para mí. Bueno, luego les escribiré otro mail con los apuntes que tomé, ¡son muchos! Después de esta semana, empezamos a pasear, en facebook están las fotos, pero esto que conté es para mí lo más grande que vivimos.
Obvio que faltan millones de cosas que contar, pero está bueno también que se las cuente personalmente. Esto es sólo la punta de la montaña.
Bebi

PD: Una frase del Meeting se me quedó grabada: "Seamos realistas, queramos lo imposible"

Que nos visite seguido Julián de la Morena, que nosotros vayamos a ver la obra del Padre Aldo, que vengan Marcos y Cleuza, que hagamos las vacaciones juntos, reuniéndonos personas de distintos países, todo se vuelve una gran ocasión para ejercer nuestra libertad. Es como si a través de todo esto Dios me dijera: “no tienes excusas para no adherirte”. Y sin embargo ¡te deja libre!
La insistencia del Padre Carrón en este tiempo es muy clara: todo se juega en “mi” relación con Cristo. Los testigos son una gran ayuda, pero finalmente me la juego yo.
Por eso, sigo rezando para que la libertad de mis hijos (¡y la mía!) siga diciendo “sí”. Para que siempre estemos en “movimiento” y en el Movimiento, es decir, en la Iglesia, único lugar que nos recuerda la verdad de la vida.

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