El repertorio expresivo de Bergolio va desde la literatura a la música, de la pintura a la cinematografía. Sabemos que ha sido lector de Borges, Dostoyevski, Marechal, que escuchaba a Beethoven, Wagner, Mozart, que apreciaba a Chagal y Caravaggio, por citar solo algunos nombres de los que él mismo ha ido revelando en las conversaciones de estos meses de pontificado. La Strada de Federico Fellini «es quizá la película que más me haya gustado», confesó años atrás, hasta el punto de «identificarse» con ella. El Festín de Babette del danés Gabriel Axel «me llegó muchísimo», ha declarado Bergoglio y repetido Francesco, que también ha apreciado La vida es bella, de Roberto Benigni.
Entrar en sus gustos cinematográficos es entrar en el mundo de directores como Fellini, Rossellini, Benigni... El ciclo propuesto por el Centro Cultural Charles Peguy, el Rotary Club y el Club Ciudad de Campana –ya casi tradición en la Ciudad de Campana– es una invitación a realizar este viaje por los gustos del Papa Francisco en compañía de Maru Botana, reconocida chef; el padre Pepe Di Paola, cura villero; y de Saúl Tebovich, presidente de la Sociedad Cultural Israelita de Campana; quienes presentarán las tres películas de esta edición.
El Festín de Babette, sábado 9 de agosto
En un aislado pueblo de pescadores en la costa danesa, se congrega regularmente una pequeña comunidad de tradición puritana nucleada por un pastor que guía a sus fieles con gran autoridad. Cuando este muere, sus dos hijas continúan adelante con su obra y sus principios. En 1871, huyendo de la Comuna de París, una joven francesa –Babette– encuentra refugio en el austero hogar de las dos hermanas, con quienes vive durante muchos años. Llegado el aniversario del pastor difunto, Babette ofrece a la comunidad su mejor regalo: una cena increíble que posee una potencia trasformadora de lo más profundo de las personas. «Cuando llega la frescura de la libertad, del derroche en una cena, todos terminan transformados. En verdad, esa comunidad no sabía lo que era la felicidad. Vivía aplastada por el dolor. Estaba adherida a lo pálido de la vida. Le tenía miedo al amor». (Papa Francisco).
La Strada, sábado 16 agosto
Cuando muere el padre de Gelsomina, su propia madre la vende a un artista que se gana la vida ofreciendo espectáculos circenses callejeros, Zampanó. Pese al carácter violento y agresivo del hombre, la muchacha se siente atraída por ese estilo de vida en la strada (en la calle), sobre todo cuando su dueño la incluye como parte de su espectáculo. Aunque varios de los pintorescos personajes que encuentra por el camino le ofrecen unirse a ellos, Gelsomina demostrará su fidelidad a Zampanó hasta los límites de su voluntad. Una historia con fuertes contrastes humanos –inocencia y bondad frente al egoísmo y la brutalidad– en el escenario de posguerra italiano, donde lo esencial se muestra claramente. «La Strada es quizás una de las películas que más me haya gustado» (Papa Francisco).
La vida es bella, sábado 23 agosto
Años antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, un joven llamado Guido llega a un pequeño pueblo de la Toscana italiana con la intención de abrir una librería. Allí conocerá a Dora, una joven maestra de quien se enamora. Guido y Dora se casan y tienen un hijo. Los problemas aparecerán pronto y toda la familia será reclutada a un campo de concentración donde sufrirán, por separado, la guerra. Lejos de todo determinismo, es notable por cómo ellos viven lo que les sucede, que ninguna situación puede robarles la esperanza ni impedirles amar. «Es una de las últimas películas que pude ver» (Papa Francisco).
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