Una línea desde Mérida a Carúpano es como una diagonal que atraviesa medio país; así fue la gran fiesta que fue la llegada del cardenal Porras a Mérida, una bendición no solo para esa querida región sino para toda la iglesia venezolana. Allí estuvieron presentes las Emprendedoras del Chocolate con un fantástico regalo para todos los que pudieron participar, una ofrenda muy sentida fruto del trabajo comunitario y en equipo que se ha generado con empresas de la región.
Luego de varios acontecimientos, llegamos a Carúpano. Los primeros españoles llegaron por esas costas y es increíble ver el contraste entre la belleza de sus playas, montañas y riqueza de su historia, con la crisis tan profunda que vive esa localidad: carestía, abandono institucional y violencia.
Mientras reinaba la confusión por el improvisado cambio de billetes en el país, ocurrían manifestaciones populares en varias ciudades y se bloqueaban algunas carreteras, nos encontrábamos junto a los amigos de Casa Franceschi visitando la comunidad de Quebrada Seca en El Pilar, reuniéndonos con Mons. Jaime (obispo de Carúpano), universidades, empresarios y distintas personas de la zona. Ver el deseo de esas mujeres de Quebrada Seca para superarse y la falta de oportunidades que tienen, más que llevarnos a la depresión nos llena de esperanza y ganas de construir.
Es por eso que si bien el año comienza agitado políticamente, surge en estos primeros días de enero la voz profética de la Iglesia y en especial las palabras de nuestro amigo Mons. Raúl Biord Castillo: «Todos queremos ir hacia una mejor Venezuela. Abrigamos esperanza. No es fácil decir esto en uno de los momentos más sombríos de la historia patria… ¿Y por qué seguimos hablando de esperanza? ¿Por qué debemos construirla? Hay que decir que la esperanza no es ingenuidad ante la situación que se vive. No es taparse los ojos para no ver. La esperanza se opone a la pasividad y a la resignación. La esperanza no es una ilusión que confunde los deseos con la realidad. La esperanza no es una forma de eludir las dificultades ni una proyección psicológica… La esperanza radica en la seguridad de la presencia y acción de Dios, a través de la libertad humana, en el mundo y en la historia. Es nuestra responsabilidad como cristianos, hacer crecer la cuota de esperanza de nuestra Venezuela de hoy».
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