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VENEZUELA

¿Cómo se puede vivir sin asombrarse?

Redacción
16/05/2012 - Las intervenciones de Francisco José Virtuoso s.j., rector de la UCAB (Universidad Católica Andrés Bello) y del politólogo y humorista Laureano Márquez, durante el acto inaugural del Happening 2012 de Venezuela.

Francisco José Virtuoso s.j., rector de la UCAB
El título que eligieron para este Happening, “Sólo el asombro conoce”, tiene mucho que ver con la esencia de nuestra Universidad e indica la perspectiva adecuada para el camino que tenemos que transitar. En efecto, sólo el asombro por la realidad, por lo que acontece, es lo que lleva a todo hombre, desde los primeros filósofos como Aristóteles y Platón hasta cada uno de nosotros, a plantearse las grandes y decisivas preguntas de la existencia.
Pero podemos asombrarnos y conectarnos con la realidad sólo si no estamos encerrados en nosotros mismos o en nuestras ideas, sólo si no vivimos permanentemente distraídos o dispersos, mirando mucho y no viendo nada, oyendo mucho y no escuchando nada. Necesitamos la sencillez de los niños para asombrarnos. A la vez, debemos concentrarnos sobre lo que acontece para poder ver y comprender. Sólo si tenemos una gran humildad y libertad de espíritu frente a las exigencias que emergen de este asombro, surgirán posibles respuestas acordes a las necesidades genuinas de cada persona.
El asombro frente a la realidad es lo que marca la originalidad de nuestra universidad frente a las otras. Nuestra universidad elige priorizar la relación con la realidad como método de conocimiento y como perspectiva de nuestra contribución a la sociedad. Queremos una universidad que responda a las exigencias de nuestro país, a las necesidades de nuestra gente. Queremos ser lugar de encuentro para todos, para así responder a las exigencias de nuestro pueblo y por eso necesitamos vincularnos estrechamente a nuestro entorno para conocer las necesidades más urgentes. Queremos vivir profundamente comprometidos con la realidad de nuestro país, de los jóvenes, de los más necesitados. Por eso necesitamos tener los ojos y los oídos bien abiertos para ver y escuchar.

Laureano Márquez, politólogo y humorista
El asombro es lo que mueve al hombre. Yo por ejemplo mientras escuchaba me he servido un poco de agua y me asombraba del agua, de este micrófono que amplifica mi voz, de ustedes que me escuchan y entienden lo que yo comunico a través del lenguaje. Y sobre todo de mi ser, del hecho de que yo existo. Es tan asombrosa toda la vida. ¿Cómo se puede vivir sin asombrarse? Y es a partir de este asombro que el hombre se pregunta y que nace la inquietud científica, el deseo de conocer.
Nosotros hemos perdido la capacidad de asombrarnos, la capacidad de contemplación. La tecnología, por ejemplo, a menudo nos esclaviza en el sentido de que ya no veo la realidad, contemplo la realidad como si fuera ajena, como una representación virtual. Pero el ser humano anda en una búsqueda continua. Por ejemplo, la exposición sobre la Sagrada Familia de Gaudí que nos envuelve ahora es una búsqueda de lo infinito, representa la infinitud del hombre plasmada en una iglesia.
¿Qué nos está pasando con lo que acontece en nuestro país, que ya nada nos asombra? La violencia, la desesperanza, la injusticia. Ya nada nos asombra. En el video “Caracas, ciudad de despedidas” se puede ver la opinión de unos jóvenes que expresan su deseo de irse del país porque aquí ya no hay futuro. Pero en el fondo evidencian un profundo desarraigo. ¿Qué ha pasado con nuestro asombro, con nuestra capacidad espiritual de estar juntos y actuar como pueblo? En el poema La Ciudad de Constantino Cavafis, una persona decía que quería ir a otra ciudad y buscar otros caminos. El poeta le respondía que si no es capaz de comprometerse con su destino como pueblo, no hay otra ciudad a la que ir, y todo será infecundo. Entonces, dondequiera que estemos tenemos que comprometernos con lo que acontece, con nuestra realidad.

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Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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