Acaba de volver a casa después de llevar a un enfermo al hospital. Monseñor Pierluigi Manenti, misionero fidei donum en Cuba desde 1998, responde al teléfono nada más finalizar la retransmisión en directo por televisión de la misa de Benedicto XVI en La Habana. Es párroco en San Antonio del Sur, un pequeño pueblo de la provincia de Guantánamo, al este del país. El 26 de marzo estuvo en Santiago en la celebración con el Papa. «Desde San Antonio fuimos 530 personas. De la provincia de Guantánamo, en total, salieron 110 vehículos, entre camiones y autobuses. Salimos a las dos de la madrugada del 26 y llegamos a casa a las cinco de la mañana del día siguiente».
En un primer momento, las autoridades de San Antonio intentaron desanimar a los peregrinos. «Decían que quien no fuera a trabajar por seguir la visita del Papa tendría problemas. Sin embargo, luego el día antes de partir dieron marcha atrás e incluso animaban a la gente a participar. Así que todos querían venir, tanto la gente de la parroquia como los que no vienen nunca. Sólo dejamos fuera a niños y ancianos, por motivos de resistencia física».
El viaje a Santiago fue un espectáculo. La gente había salido a la calle, aunque sólo fuera para ver la caravana de peregrinos y, durante la noche, seguían despiertos para contemplar el éxodo. A la ida y a la vuelta. «Todos estaban muy impresionados. Ninguno de los que venían conmigo había estado en la visita de Juan Pablo II de 1998. Era la primera vez que veían al Papa en persona. Nunca le habían oído hablar. Ha sido una gran fiesta, pues nunca habían visto nada igual, nunca habían participado en un acontecimiento de este tipo. Será muy difícil que puedan olvidarlo».
Aún no ha habido tiempo para reflexionar sobre lo que ha sucedido. Pero una cosa está clara para el padre Pierluigi: «El mensaje que nos ha traído el Papa es el de la Encarnación. Cristo que se hace uno de nosotros. Un hombre. Y por tanto Dios ya no es un desconocido, se le puede encontrar, como se le podía encontrar hace dos mil años. Ahora hace falta un poco de tiempo para retomar sus palabras. Como cuando uno prueba una comida rica: hace falta tiempo para digerirla. El trabajo que tenemos que hacer es retomar con calma lo que nos ha dicho en Santiago y lo que está diciendo en La Habana: la verdad os hará libres».
Es un momento histórico para la isla. Los cubanos están viviendo algo que hasta hace unos años no podían siquiera imaginar: «En los años duros, en Cuba se enseñaba que la religión dañaba a la persona. Y ahora, de golpe, la gente se sorprende diciendo “pero qué bonito”. Todos lo dicen: “Qué bonito, qué bonito…”. Es importante volver a retomar lo que nos ha dicho el Papa. Para que esta sorpresa ante la belleza la puedan juzgar, entender, y hacerla suya».
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