Estuvimos dudando y hubo que hablarlo y hablarlo, pero al fin venció el atrevimiento. El mini Meeting que hicimos tres años en Benicasim había sido un bien grande y queríamos salir al encuentro de la gente, ahora en Castellón, que es a donde se “mudó” nuestra comunidad hace poco más de un año. Se puede vivir de otra manera y no es obligatorio rendirse a según qué imposiciones de la cultura actual. Es verdad que teníamos el as en la manga de Fernando de Haro y José Luis Restán, que desde siempre mostraron su disponibilidad a venirse a Castellón para ayudarnos con nuestro Encuentro. El lema se lo robamos al cardenal Scola, una frase suya que repitió en su visita al último EncuentroMadrid: «La persona: un yo en relación».
El lema se cumple: lo hemos visto durante el fin de semana que ha durado el Encuentro, pero ya lo vimos antes a lo largo de los días que nos dedicamos a prepararlo. Sin tener que inventarnos nada han ido sucediendo las cosas que hacían falta, y han sucedido estando juntos. Como si el ENC tuviese también esta vocación: mostrarnos que el Señor ha construido aquí una comunidad pequeñita pero vigorosa: Pilar gobierna, Santi diseña, Greta organiza, Fran sabe de transporte y se encarga de que llegue sana y salva la exposición de Jérome Lejeune. Blanca dice que maneja las redes sociales y nos lanzamos a invadir Facebook con videos y noticias, y Mabel, Marta y Laura estudian la exposición para poder explicarla a todo el que quiera. Con varios de ellos fuimos a ver al obispo de la diócesis, a contarle y a invitarle, porque es con el Encuentro que queremos responder al empuje misionero del Papa. Es la primera vez que nos ponemos como comunidad delante del obispo. Y él se entusiasma y nos dice: «¡Esto es el cristianismo!».
Empezamos el ENC el viernes por la noche, en el centro de la ciudad, en el Casino Antiguo, edificio típico y bonito, muy ligado a la historia de Castellón, y desde siempre, lugar donde verse, charlar, conocer, etc. Y viene mucha gente; mucha más de la que esperábamos. Mucha gente de Castellón, algunos conocidos, y otro no. Y nos acompaña también un grupo de amigos de Villanueva de la Cañada, y también algunos amigos de Barcelona que han venido.
El viernes tuvimos testimonios, después de que Pilar inaugurara el Encuentro explicando quiénes somos y por qué lo hacíamos. Tres testimonios, moderados por Marcos, que lo hizo magistralmente. Tres historias donde Cristo sale al encuentro, rescata y hace la vida más vida, y siempre de la mano de personas concretas, de relaciones concretas. El sábado por la mañana Fernando nos habló de la vida y de la fe de los cristianos perseguidos en Egipto, Siria e Iraq. Y por la tarde José Luis explicó el lema del encuentro. La sala del casino siempre llena. Y también la sala donde se podía visitar la exposición. Vinieron varias familias con hijos con síndrome de down que agradecieron muchísimo las visitas guiadas. Y el sábado por la noche, cena y cantos. Nosotros descansamos. Contentísimos por el milagro del Encuentro Castellón.
Se cumple el lema. Para todos ha sido evidente. Es una humanidad la que rescata. No un discurso ni un propósito. El abrazo de un amigo, la pregunta de uno que viene, el testimonio del viernes; todos con el mismo deseo. Lo decía Mabel en un whatsapp a una amiga: «Mirar al otro con afecto, con admiración, más consciente de que es único, insustituible; nunca había sido tan consciente del bien que supone un niño enfermo».
Vuelve a sorprender la potencia del Misterio. Pero es una potencia que ya vamos conociendo. No hemos sido rescatados por un extraño, sino por Uno que se va haciendo familiar, uno que ya es conocido, y que en estos días nos ha regalado una presencia más fácilmente reconocible. Para que le sigamos la pista ahora que ya terminó el Encuentro.
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