A la salida de las misas o en las plazas, solos o con amigos, con la revista en la mano para encontrar a la gente y comunicar «lo que tenemos por más querido». La venta especial de Tracce ha sido un gesto sencillo, que ha sorprendido en primer lugar a los que lo han hecho. He aquí algunos de sus testimonios.
El domingo por la mañana fui a vender Tracce a la puerta de una iglesia con algunos amigos. A mí es algo que no me gusta, me hace sentir como un testigo de Jehová. Lo hice por fiarme de Carrón, y también por el deseo de que otros conozcan el movimiento. Empecé con las frases habituales «¿Sabe qué es CL?». «¿Conoce a Giussani?». «¿Alguna vez ha oído hablar de Comunión y Liberación?». La indiferencia más total, como mucho un: «No, gracias». Luego me paré delante de un señor que salía: «¡Esta revista soy yo! ¿Le interesa?». Se para y me dice: «¿Pero lo cuenta todo de usted?». Ahí nació un diálogo precioso, donde la historia del movimiento y la mía propia se entrelazaban. ¡Eso sí fue interesante! La conciencia de que soy parte de esta gran historia. Resultado final: 37 revistas vendidas en dos meses, y yo un poco más agradecida.
Cristina, Fidenza
Después de la experiencia de esta tarde, salir al encuentro de la gente, que me aterroriza porque me da vergüenza y no soy capaz de hablar, digo con sorpresa que lo siento. Esto me ha sacado de mi nada, me ha permitido hacer experiencia de que yo solo puedo hablar de lo que me ha sucedido, que yo soy lo que me ha sido dado; en otras palabras, yo no soy si Él no está.
Ginetta, Sesto San Giovanni (Milán)
Mi mujer y yo invitamos el sábado por la tarde a nuestros vecinos a ver el DVD y tomar después una pizza. Éramos 12, incluidos los niños, de 5 a 14 años. Yo empecé a conmoverme a los pocos minutos por la grandeza de la historia que me ha aferrado. Con gran sorpresa, vi que no era el único. Nuestra amiga, al oir uno de los testimonios americanos, dijo: «¡Mamma mia!». A la mitad de la película su hija tuvo que irse a casa para cambiarse y nos pidió que parásemos el video hasta que volviera. Al terminar, todos visiblemente conmovidos empezamos a extender la masa para la pizza y la metimos al horno, cuando Stefano, el padre, preguntó: «¿Qué es eso de la Escuela de comunidad?». Con nuestros intentos, nunca habíamos conseguido contar qué es el movimiento.
Marco, Fermo
El sábado por la tarde nos pusimos a cantar con unos amigos y vi que una mujer con rasgos latinoamericanos que estaba sentada en un banco se había puesto a escucharnos. Me acerqué a ella y le pregunté: «Señora, ¿le gusta?». Muy contenta me respondió: «Sí, ¡son muy bonitos! De hecho, es la primera cosa bonita que veo desde que estoy en Italia». Me contó su historia: es de Cuba, vino a Italia con su hija. Le expliqué por qué estábamos allí, que estábamos vendiendo la revista de un movimiento católico con un video que narra nuestra historia. Entonces me dijo: «Salta a la vista que eres muy guapa y feliz». De golpe le respondí: «Soy feliz porque he encontrado el catolicismo, ¿y cómo no compartir algo tan hermoso?».
Anna, Milán
Hacía tiempo que en Nápoles no hacíamos algo para dar a conocer lo que nos conmueve. Roberto propuso tomar un aperitivo en un restaurante famoso en la zona, ver el video y vender Tracce en el paseo marítimo, un lugar muy concurrido sobre todo los sábados. Allí aceptamos los abrazos de algunos –«Llevo toda la vida esperando conoceros»– y los inevitables improperios de otros: «¿Quiere conocer CL?», «¡Nooo, prefiero una enfermedad!». Un senegalés que estuvo charlando con uno de nosotros, le dijo al despedirse: «Adiós, persona de cara hermosa». Ha sido la ocasión de descubrir una y otra vez que Cristo hace renacer el deseo de que la vida sea vida para todos.
Giovanni, Nápoles
Lo más interesante es que estábamos contentas, era como si estuviéramos reviviendo una de nuestras antiguas jornadas de GS de hace tantos años: la misma frescura con la conciencia más madura de Su presencia. Volvimos a casa con ganas de preparar un risotto especial y una merluza al horno para nuestros maridos e hijos. La vida no nos ahorra fatigas ni dolores, pero nos da un camino a seguir, un camino (¡¡¡hermoso!!!) donde nada es ideológico, donde todo es sorprendentemente verdadero y adecuado a nuestro corazón.
Maria Teresa y Antonella, Caronno Pertusella (Varese)
Un amigo nuestro que no es del movimiento se presentó en la mesa de Tracce para tocar la trompeta con una camiseta que decía: «I’m not from CL, but I’m a good person (Yo no soy de CL pero soy una buena persona)».
¡Qué grande!, pensé. Porque haces un trecho del camino con nosotros y nos haces presente que debemos buscar a Cristo en cada pliegue de la vida. Porque me haces preguntarme: ¿quién soy yo?, ¿qué necesito realmente?; después de una jornada que empezó con un poco de fatiga y terminó de una forma maravillosa por la alegría en los rostros que veía, ¿qué permanece? La razón de todo esto no es ser una gran persona, ni porque seas de CL ni porque debas serlo, ni por cualquier otro motivo ético, o de compromiso, o de generosidad, en último término ni siquiera porque allí estén tus amigos. Solo puede ser para conocer más a Jesús y Su presencia enamorada de mí, que me implora todos los días que le mire. Y que diga “yo” a cada instante. También cuando hoy vuelva a casa y mire a mis hijos y a mi mujer, o mañana en el trabajo.
Alessandro, Rapallo
Cuando leí en Tracce la carta de Seve de Kampala, me sobresalté. Aquellas pocas líneas me hicieron dar un paso atrás y me pregunté dónde estoy yo en relación a esto, que no es simplemente una revista sino mi experiencia. Yo, que siempre he sido reacia a vender Tracce, me descubrí proponiendo a las amigas con las que me reúno los lunes para rezar el Rosario una venta extraordinaria. Una amiga acepto la propuesta y quedamos en organizarla el 19 de octubre. Qué sorpresa cuando Carrón, en la jornada de apertura de curso, propuso la venta extraordinaria de Tracce de octubre precisamente ese mismo fin de semana. Es algo muy pequeño, pero yo he vuelto a sentirme de nuevo parte de una gran compañía.
Chiara
Invitamos a nuestros amigos, compañeros y alumnos a ver juntos el video por los 60 años del movimiento en el auditorio municipal. Hicimos esta propuesta no con el deseo de promover el movimiento sino con el corazón lleno de esa gratitud que nace de las palabras de Jesús que el Papa Francisco nos recordó en el Meeting: «“No os alegréis porque los demonios se sometan a vosotros; alegraos más bien porque vuestros nombres están escritos en el cielo” (Lc 10,20-21). Nosotros no salvamos el mundo, solo Dios lo salva». Después del video, ofrecimos a todos un aperitivo. Los rostros de la gente habían cambiado de verdad. Los ejemplares de Tracce se agotaron, algunos compraron el libro Vida de don Giussani desideosos de entender el origen de nuestra presencia. Una amiga muy querida a la que no veía desde hacía tiempo me escribió: «Es impresionante ver cómo todas esas personas desconocidas han contado mi historia y mi experiencia, y en mi corazón vuelve a encenderse el deseo».
Emanuele, Casarano (Lecco)
Me encuentro con un señor de 70 años que conoció a don Giussani en el liceo. Me cuenta que aquellos años llenos de ideales, luego su graduación, su familia, su trabajo, sus hijos, y la experiencia de GS permanece como un nostálgico recuerdo. Se encuentra conmigo y renace en él la esperanza de que ahora también sea posible vivir la misma esperanza de hace 50 años. Y me pregunta cómo volver a empezar. La respuesta es sencilla: ¡ven a la Escuela de comunidad y verás!
Santa, Milán
Antes de salir de casa repasé la revista para preparar todos los detalles posibles en caso de que alguien se interesara y repasé las razones por las que había decidido participar en el gesto de la venta. Cuando iba de camino, más que tranquila iba resignada. Al llegar me encontré en la mesa con mi amiga Francesca, que se había apuntado a la venta a pesar de haber venido solo dos veces a la Escuela de comunidad. Me llamó mucho la atención su entusiasmo. Era evidente que la movía el hecho de haber encontrado algo hermoso para ella, y era eso lo que quería proponer a los que se encontraba. No fue difícil seguirla. Al terminar la venta, que tuvo un resultado bastante ridículo, yo estaba contenta porque me había encontrado nuevamente con Aquel que había despertado ese entusiasmo en Francesca.
Chiara, Riccione
Vender la revista nunca ha sido para mí un gesto sencillo, porque es contarle a un extraño algo de mí, de mi historia. Empecé con tres ejemplares, luego otros dos, después otros dos y dos más. Me descubrí con el corazón contento y henchido de gratitud, mirando todo y a todos con una profunda ternura, tanto a las personas más queridas, como mi marido y mi hijo que estaban conmigo, como a los que me respondía de mala manera. Como cuando me acerqué a unos vendedores de productos africanos solidarios, con la revista enuna mano y una bandeja de dulces en la otra para ofrecérselos, e inmediatamente me rechazaron diciendo: «No nos interesa la revista». Les dije: «Vale, pero al menos aceptadme un dulce. Y yo quiero comprar uno de vuestros collares». Cuando lo normal en mí habría sido darme la vuelta y marcharme de allí enfadada.
Katia, Pesaro
Al principio parecía uno de los habituales gestos del movimiento a los que damos crédito por estima y un poco por costumbre. A medida que iban pasando los días, empecé a preocuparme: parecía que seríamos pocos, las revistas no llegaban, y quizá no era tan importante... Todo se disipó tras el impacto del DVD “Un camino hermoso”, que describe tan bien mi experiencia, que es para todos: no la puedo guardar en un cajón. A partir de ahí vuelvo a comenzar y la vida pasa al primer plano, por encima de mis imágenes y mis miedos. Empezando por el párroco, que nos ayudó a preparar una mesa y dio a todos el aviso de la venta. Una misa tras otra, se fueron sucediendo los rostros de amigos vendiendo la revista, muchos más de lo previsto. Nos encontramos con gente interesada, personas curiosas y fascinadas, otras cerradas y hastiadas a las que no sabes qué decir, que vuelven a hacerte la misma pregunta: si CL no es un lobby, ¿qué es? Entonces yo me digo: ¿qué es lo que yo he encontrado?, ¿a mí qué me ha sucedido? Y casi de forma espontánea surge en mí el agradecimiento ante esta desproporcionada pretensión.
Luca, Milán
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