Sábado 8 de febrero. Presentación de la traducción al húngaro del libro ¿Por qué la Iglesia? de don Giussani. ¿Qué por qué lo hemos hecho? Podríamos responder con las palabras del staretz de Soloviev: «Para nosotros, lo más querido del cristianismo es Cristo». Lo “más querido” para nosotros lo hemos conocido gracias a don Giussani y a los amigos que hemos encontrado en su carisma. Así que el modo más inmediato de darlo a conocer al mundo cuando se publica un libro suyo en nuestra lengua era organizar un gesto hermoso.
Queremos dar las gracias al cardenal Péter Erdo, arzobispo de Esztergom-Budapest y primado de Hungría, que no es la primera vez que acepta nuestra invitación y que mira con una gran estima y amistad a don Giussani. Él presidió la misa con motivo del noveno aniversario de la muerte de Giussani y de los 60 años del movimiento. Para expresar nuestra adhesión y obediencia a la Iglesia, le pedimos que celebrara una misa “normal”, la de la vigilia dominical. Sorprendentemente, vinieron muchos niños para hacer de monaguillos y algunos sacerdotes nos expresaron también su deseo de concelebrar. Entre ellos, Alessandro Caprioli de la Fraternidad de San Carlos Borromeo. La misa fue sencilla, pero muy bonita. La iglesia de la Asunción (conocida como Iglesia de Matías), en el Castillo de Buda, se llenó de gente, entre ellos muchos amigos que no pertenecen al movimiento.
La presentación del ¿Por qué la Iglesia? también se celebró en el salón de esa parroquia. Hubo cerca de cien personas. La velada comenzó con la actuación del violinista húngaro László Paulik que interpretó una pieza de Biber, la Sonata n. 16 del Rosario. A continuación, el cardenal Erdo ofreció un testimonio espléndido, muy personal, de su fe y de su amistad, invitándonos a ser testigos de Cristo en el mundo. Después, Carmine Di Martino, profesor de Filosofía en la Universidad Estatal de Milán, contó su encuentro con el sacerdote milanés e hizo una presentación del libro relatando lo que aprendió en la universidad cuando él asistía al curso que impartía el propio Giussani a partir del ¿Por qué la Iglesia?. Con estas dos intervenciones, concluyó la parte “oficial” de la velada. Pero luego habíamos invitado a todos los presentes a un pequeño buffet, gracias a la disponibilidad de algunos jóvenes del CLU.
Fue precioso ver cómo jóvenes y no tan jóvenes no querían marcharse de allí, no dejaban de preguntar o charlar con sus amigos sobre lo que acababa de suceder. ¿Qué significa para nosotros un gesto que ha exigido tantas energías a la pequeña comunidad de Budapest? Como siempre, nosotros hemos sido los primeros beneficiados. En primer lugar, porque hemos podido acercarnos a un texto sobre el que trabajaremos. Segundo, porque entre nosotros se ha hecho aún más evidente la existencia de Otro en las cosas que hacemos. Hemos podido descubrir de nuevo que el deber y la felicidad son verdaderamente inseparables y que en la Iglesia hay personas que, cuando las seguimos, seguimos a Cristo. Y esta es una certeza estupenda.
La comunidad de Budapest
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