Una confrontación directa sobre la experiencia en clase y con los hijos. Dos días de convivencia y trabajo entre un grupo de ortodoxos llegados de Rusia y algunos profesores y padres de familia católicos para aprender a educar
Ha sido un nuevo paso en una historia de amistad que empezó hace dos años, con el hermanamiento entre la escuela La Traccia de Bergamo y un liceo de Kemerovo, al suroeste de Siberia; al cual le siguió otro entre las Ursulinas de Como y el gimnasio de la San Tichon de Moscú.
Además, desde hace algunos meses, también ha nacido un vínculo entre los estudiantes de la Universidad Católica de Milán y los de la Universidad ortodoxa San Tichon. Llegamos así al último encuentro, hace sólo unas semanas. De Moscú y Kemerovo llega una decena de estudiantes. Sumados a los italianos, eran más de treinta, en una convivencia dedicada a “Los desafíos de la educación”. Dos días en la sede de Rusia Cristiana en Seriate. Profesores y estudiantes, católicos y ortodoxos.
Empieza el trabajo: “¿Cómo educar a un sujeto cristiano en familias y escuelas cristianas? ¿Cómo podemos transmitir la fe a nuestros hijos? ¿En nuestra experiencia vemos resultados positivos o negativos?”. Durante los encuentros se abordan todos los aspectos: las relaciones en la familia, en clase, las asignaturas como instrumento de transmisión de la fe, la educación sexual, internet, la relación con la política, el deporte, la vida de las familias numerosas.
Para los invitados rusos, el tema educativo es apremiante, porque la experiencia en la familia y en la escuela lleva consigo las consecuencias de ochenta años de régimen comunista. Resulta evidente en las palabras de Georgij Orechanov, vicerrector de la Universidad de San Tichon y padre de cuatro hijos; Ivan Vorob’ev, vicedirector del gimnasio ortodoxo de Moscú; o Andrei Posternak, director del mismo gimnasio, que intervienen en una mesa redonda sobre el valor de la familia y la educación en la escuela ortodoxa. «Han puesto sobre la mesa una cierta dificultad», explica Franco Nembrini, rector de La Traccia: «La de apostar por la libertad. Durante demasiado tiempo han sido educados de un modo prescriptivo. Por eso son muy curiosos y quieren conocer la vida de nuestras escuelas y familias».
Ahora la legislación rusa prevé la posibilidad de que la Iglesia ortodoxa gestione escuelas privadas y dé una hora de religión. El debate se concentra entonces sobre cuáles son los criterios para formar a los profesores que den esa hora de religión. Pero antes aún: ¿cómo educar a los propios hijos? Orechanov insiste en la relación con los hijos y Nembrini desarrolla el tema de la convivencia familiar, más allá de la de profesores y alumnos. Un tema que luego profundiza Stefano Alberto, profesor de Teología en la Universidad Católica, con la relación entre educación y libertad.
En los diálogos no se ha planteado el tema del ecumenismo, pero sí la sensibilidad común por la educación, la necesidad de conocer los pasos que hay que dar y la confrontación de experiencias. Todo ello dentro de una amistad. «Todo nació cuando conocí a Sergij», cuenta Nembrini:
«Había sido enviado a Italia por su obispo tras la apertura de una escuela ortodoxa en Kemerovo, para buscar a alguien que le pudiera ayudar en la aventura». Desde entonces, la historia continúa, llegando a estos dos días en Seriate, donde el diálogo no se ha limitado a los momentos de encuentro, de hecho el diálogo no se ha detenido en ningún momento. Empezaba con el desayuno, continuaba en las comidas y cenas, durante los descansos. «Cada uno ha dado lo que tiene y así hemos ido al fondo de la fe en Cristo, que permite un encuentro tan extraordinario como este», concluye Nembrini.
La noche final actúa el coro del CLU de la Católica, que ya ha visitado anteriormente la universidad moscovita. De los laudes filipinos a la polifonía de Palestrina y Aichinger, pasando por la tradición popular italiana: un homenaje a los amigos venidos desde Rusia. Ellos tienen la misma percepción, como dice Elena Mazzola, profesora de Literatura italiana en San Tichon: «Hemos vivido un nueva ocasión para ayudarnos recíprocamente a ver el milagro de Su presencia».
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