En la presentación de Educar es un riesgo se llenó completamente la sala del Auditorio de Milán. Y del genio educativo de don Luigi Giussani floreció un diálogo ecuménico. Una tarde inmediatamente intensa visto los tres invitados que estaban en el escenario: un miembro de los Hermanos Musulmanes, un imán chiíta y un profesor católico: Abdel Fattah Hassan, traductor del libro, profesor de literatura italiana en la Universidad de El Cairo y ex diputado del parlamento egipcio, el imán Ibrahim Shamseddine, que fue ministro del Líbano y ahora está comprometido en el diálogo entre las diferentes almas de la tierra de los cedros y Massimo Borghesi, profesor de filosofía moral en Perugia.
Introdujo el encuentro don Ambrogio Pisoni, responsable de Comunión y Liberación para Medio Oriente. La traducción árabe de Educar es un riesgo nace de un encuentro casual precisamente entre él y Fattah. Cenando en la terraza de un hotel, en el Meeting de El Cairo el pasado octubre, el profesor egipcio descubre la hipótesis educativa de don Giussani y decide darla a conocer en su país. De esta forma en pocos meses el libro está disponible. Mientras tanto Egipto ha pasado por la Primavera árabe, pero para Abdel Fattah no ha cambiado la "tarea de los doctos, de los educadores y de los hombres de religión: formar al hombre, al buen ciudadano, justo y tolerante, cualquiera que sea su religión".
Éste fue el núcleo de la tarde: cómo formar hombres verdaderos, dispuestos a la convivencia y al diálogo. Y la traducción de esta obra es un paso importante: "para romper la teoría del rival, es decir, de quien está al otro lado del río. Hemos lanzado un puente", continúa Fattah. De aquí su sintonía con don Giussani: "Define la crisis como el momento del discernimiento entre lo que es bueno y lo que no lo es, el momento de "buscar con atención en la mochila de la tradición". También en la lengua árabe el sustantivo que indica la crisis deriva del verbo que significa separar lo que es verdadero de lo que es falso. Esta es la tensión que une todas las religiones: la búsqueda de la verdad, en la base de cualquier relación educativa". Porque, observa Fattah, está extendida por todo el mundo "una tradición tribal: se mantiene quien tiene una posición igual que la propia incluso cuando se equivoca". En cambio es necesario romper este hábito: "Esto es posible a través del encuentro, que es una cosa mágica. De ahí nace una relación en la cual se examina la tradición". También Ibrahim Shamseddine subrayó la necesidad de este trabajo, sobre todo a través del uso de la razón: "Hay que juzgar y criticar la propia tradición: así comienza un verdadero diálogo". He aquí la contribución de Giussani: "Dice que el creyente no teme nada porque tiene a Dios en el corazón. Precisamente diálogo significa aceptar al otro por lo que es, porque no es una fotocopia de mí mismo. Un diálogo de vida, dado que tenemos que afrontar los mismos desafíos: la familia, el desarrollo, la lucha contra la pobreza...". Y la historia puede enseñarnos mucho: "En la relación entre cristianos y musulmanes se ha dado el diálogo de la espada y de la conversión que nunca han cambiado nada. Ahora es necesario que los cristianos sean cristianos y los musulmanes sean musulmanes, para dialogar sobre la propia identidad y hacer crecer los valores del respeto y de la moderación". En este sentido añadió Shamseddine: "Giussani se convirtió en amigo de mi experiencia por la necesidad de trasplantar la fe al proceso educativo". Para Borghesi se pueden encontrar tres factores fundamentales: "La valoración de la tradición, la reanudación de la tradición a partir de una vivencia presente y la reflexión crítica, que indica un diálogo con la modernidad". Esos valores, por tanto, son más necesarios en la actual situación en la cual "están actuando fuerzas que quieren frenar el cambio iniciado con la Primavera árabe". Como se ha visto con la masacre de los cristianos coptos del domingo pasado: "Se quiere romper la colaboración entre cristianos y musulmanes vista en la plaza de Tahrir. La traducción de Educar es un riesgo al árabe en cambio va en la dirección opuesta, porque abre la posibilidad de un diálogo real a partir de la certeza de las propias posiciones". Y la tarde de ayer fue la demostración, como concluyó don Ambrogio: "Muchos nos han aconsejado ser un poco cínicos en ocasiones como ésta, no esperar mucho de los interlocutores tan diferentes a nuestra tradición. Pero para nosotros el diálogo nace del agradecimiento que florece en el culmen de la razón, como la fe en Cristo. Que no era cínico: era católico".
Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón