Dublín, 5 de enero. “Pero, ¿cómo? ¿Con todas las cosas importantes que tiene que hacer? ¿Y ha venido esta noche?”, le preguntan al entrar. “¿Y qué hay más importante que lo que sucede esta noche?”, responde Diarmuid Martin, arzobispo de Dublín, mientras sube al escenario del salón de actos en el Royal College of Physicians, uno de los edificios más importantes de la capital, a dos pasos del Parlamento. Sus compañeros de mesa son John Waters, editorialista del Irish Times, y Julián Carrón, responsable del movimiento Comunión y Liberación. El tema, un texto que es la piedra angular del pensamiento de don Giussani, El sentido religioso, en un diálogo que lleva por título “En busca del rostro humano”.
Cien personas en la platea, la mayoría “vienen casi por casualidad”, explica Mauro Biondi, responsable de la comunidad irlandesa de CL. “El encuentro se enmarca en una iniciativa más amplia que hemos puesto en pie, a partir de una idea de John, como gesto público de Navidad. ‘En Adviento, debemos decirle a todos a Quién esperamos’, nos dijo. Fue una provocación que nos puso en marcha”. A este encuentro le han llamado Happening, pero no “de” Dublín, sino Happening en Dublín, porque sucede en Dublín. “Aquí y ahora”, subraya la mujer de Biondi, Margaret.
La idea nació con la intención de llevar a la ciudad, del 26 de diciembre al 12 de enero, la exposición del Meeting de Rimini sobre la escritora Flannery O’Connor. La llevaron a una galería de Temple Bar, un barrio radical chic de Dublín muy frecuentado por intelectuales. “Allí nunca nos habían permitido hacer nada, nos decían que no era lugar para católicos”, explica Biondi. La gente pasa por allí, entra, visita la exposición guiada... “Para todos los que se han quedado ha sido un verdadero acontecimiento, un happening precisamente”. Como sucedió con Nim, una estudiante taiwanesa que, después de escuchar la explicación de la exposición, decidió volver al día siguiente. Y al otro. Y al otro.
Los días previos al encuentro sobre El sentido religioso repartieron invitaciones por los alrededores. “De ahí, las cien personas que se dieron cita. Gente impresionada por la invitación, por la exposición, por una conversación casual...”, continúa Mauro mientras piensa en los rostros del público del Royal College. “Fueron allí para escuchar desde la primera palabra de Margaret, que presentó el encuentro explicando la actualidad y universalidad de un texto que nació y fue escrito en un contexto histórico y geográfico preciso, como es la Italia cada vez más nihilista y secularizada de los años sesenta”.
“No es un libro nuevo”, dijo Margaret. “Sin embargo, hoy más que nunca se dirige a nuestra sociedad, por lo que ha sucedido y por lo que está sucediendo, desde el escándalo de la pedofilia hasta la crisis económica, cada vez más grave”. En primer lugar interviene el arzobispo Martin, que empieza precisamente por las dificultades de la Iglesia irlandesa, habla del factor educativo como el primer punto de partida y esperanza para el país. “El mayor problema se refiere justamente a los que educan”. No basta con la introducción del catecismo en las escuelas, como se nos hace creer. “Es cierto”, replica Waters, “porque la educación es una relación. Es una colisión, un auténtico encuentro entre libertad, razón y tradición. Y esto también tiene que ver con la crisis, porque no estamos delante de una crisis que haya hecho caer sólo factores externos importantes, sino que también se ha derrumbado la confianza, la esperanza. Y esto tiene que ver con la esfera religiosa”.
Carrón retoma el tema y describe la trayectoria del corazón del hombre. Lo hace profundizando en la naturaleza del sentido religioso, documentada por la experiencia humana del genio. Cita a Platón, Leopardi, Shakespeare, y llega hasta la hipótesis de la revelación. Luego Margaret ahonda en el diálogo: “Vosotros venís de experiencias muy diferentes. Tú, John, con un pasado muy alejado de lo que estamos diciendo, sin embargo tu último libro está impregnado por todas partes de El sentido religioso de don Giussani”. “En el colegio me enseñaron que para entrar en relación con Dios sólo había que seguir sus mandamientos”, responde el periodista. “Al encontrar a don Giussani, entendí que para entrar en relación con el misterio lo que vale es la realidad y todo mi yo. De hecho, al encontrarme con él, he recuperado mi yo. Si un día perdiera la cabeza y fuera por ahí diciendo que no creo, que soy ateo..., paradme y decidme: ‘Es mentira. Porque eres hecho, eres creado, eres dado’”.
Margaret entonces se dirige a Carrón: “Tú ya vivías una experiencia de fe; entonces, ¿qué te faltaba?”. “Cuando empecé a dar clase, me di cuenta de que no sucedía nada, ni con mis alumnos ni con mis compañeros”, cuenta el sacerdote. “Muchos soportaban la situación, otros se escapaban en cuanto podían. Pero ninguna de las dos soluciones me bastaban. Luego sucedió aquel encuentro. Y aquellos libros que empezaron a hacerme compañía. Y todo empezó a adquirir un gusto diferente. Como si hubiera empezado un viaje en el que el único equipaje era mi corazón”.
“Guau”, exclama Nim cuando los tres ponentes terminan de hablar. “Acabo de entender que nunca había entendido nada de la fe”, dice un estudiante de Teología de Harvard. “Todos estábamos conmovidos por lo que habíamos escuchado, es más, por lo que habíamos visto suceder delante de nuestros ojos. Happening. Tres hombres que no tienen nada en común y que sin embargo vivien atraídos, fascinados, cambiados por lo mismo, por Cristo. Y no sólo ellos. Mira Nim, por ejemplo...”, explica ahora Mauro. “Para nosotros ha sido una ocasión para ir hasta el fondo de lo que sucedía. Permanecer. Un desafío que quizá no terminamos de entender del todo, pero tenemos la seguridad de que éste es el camino, el método que permite disfrutar verdaderamente de la realidad. De toda la realidad, incluso de lo más desagradable que sucede, como la pedofilia, la crisis... Son ocasiones, y te sorprendes diciendo: ‘Está sucediendo, aquí’”.
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