"El nombre de nuestra iglesia es la iglesia de los mártires, la iglesia de la sangre. Antes de 2003, en Iraq había dos millones de cristianos más; hoy somos algo más de 200.000". El padre Douglas Al-Bazi, párroco de Erbil (Kurdistán iraquí), no ahorra nada al público del Meeting de Rímini sobre la dramática realidad de los cristianos perseguidos en Oriente Medio.
El sacerdote que hace un año vio llegar a su parroquia a 120.000 cristianos que huían de las ciudades conquistadas por el Estado Islámico no usa medias tintas para contar su calvario y el de su gente: "Yo no estoy aquí para empujaros a odiar el islam, sino para representar a mi gente, y os digo que si hay alguien que piensa todavía que el ISIS no representa el islam se equivoca: lo representa al cien por cien. Yo nací entre musulmanes, tengo más amigos musulmanes que cristianos, pero no puedo dejar de decir, como el Papa Francisco, que aquí está teniendo lugar un genocidio, no un conflicto".
Secuestro y torturas
El párroco de Erbil después contó su historia: su iglesia bombardeada por los terroristas, el secuestro de la mano de extremistas, las torturas durante nueve días mientras sus torturadores escuchaban en televisión la lectura del Corán. "Los cristianos en Oriente Medio sufren todo esto. Cuando me encadenaron en la cárcel, mi cadena tenía diez eslabones y un candado grande: yo la usaba como un rosario, diciendo un Ave María por eslabón y el Padre Nuestro en el candado".
"Hablad y despertad"
"Yo -añadió el padre Douglas- no tengo miedo, no soy un héroe y no me lamento por lo que me está sucediendo. Nosotros llevamos la cruz y seguimos la cruz de Jesús. Sé que la última palabra será la nuestra, porque Jesús nos ha salvado. Yo estoy aquí para deciros: sed nuestra voz. Hablad y despertad. El cáncer está en vuestras puertas ahora. Os destruirán. Los cristianos de Oriente Medio en Iraq son el único grupo que ha visto el rostro del mal: el islam. Rezad por mi gente, ayudadla, salvadla. ¿Por qué dejar a las ovejas entre los lobos? Yo soy sacerdote. Probablemente en breve me matarán y me destruirán. Pero nosotros pertenecemos a Jesús, Él es nuestra tierra prometida. Pero os pido que reaccionéis. Gracias".
"Esto parece el Apocalipsis"
Tras el fuerte testimonio del padre Douglas intervino Ibrahim al-Sabbagh, párroco de la maltratada Alepo, dividida en dos y asediada por los yihadistas. En el Meeting contó la situación de extrema dificultad que viven los cristianos: "Vivimos en el caos. Sufrimos bombardeos cada día, que siembran el miedo y el terror; no hay piedad ni siquiera hacia los niños y los ancianos, ni las iglesias o las mezquitas. Es prácticamente imposible comer carne o beber leche. La gente no puede más, y ahora también nos falta agua y medicinas, porque los yihadistas que controlan la distribución no nos la hacen llegar. Parece que esté teniendo lugar el Apocalipsis, sobre el que medito cada día".
Cristianos y musulmanes
El padre Ibrahim, franciscano, vive en el convento de San Francisco de Asís, "a cincuenta metros de la zona controlada por los yihadistas". Ve cada día "al hombre privado de su dignidad". "Pero cuando una mujer llama a mi puerta para pedirme agua, yo no miro si lleva velo o no, si es cristiana o musulmana. Para mí solo cuenta que tiene sed. El sufrimiento de Jesucristo se ve en la humanidad de Alepo, tanto en cristianos como musulmanes".
"Vocación cristiana"
El padre Ibrahim ha organizado con su parroquia un servicio para llevar agua a su casa a quien no tiene. Consigue transportarla con autocisternas a unas 35 familias cada día. "Pero en nuestra lista están inscritas 500 familias. De vez en cuando me río de mí mismo", continúa, "porque yo soy un apasionado de los libros, un amante del estudio, y me encuentro teniendo que alimentar el fuego, haciendo de enfermero, vigilante... y solo en último lugar, sacerdote. Pero esto es bonito porque mi hábito ha sido hecho para ensuciarse al servicio de los demás: esta es nuestra vocación cristiana".
"Vosotros sois distintos"
El testimonio del padre Ibrahim también es extremo: "Lo que cuenta para nosotros, cristianos, es testimoniar a Jesucristo amando y perdonando a todos. Los terroristas aquí destruyen todo, pero nosotros ofrecemos nuestro sufrimiento por su salvación, rezamos por ellos, los perdonamos". Una posición de la que todos se dan cuenta: "Hace pocos días llegó un musulmán al pozo de la parroquia donde distribuimos el agua. Hay colas largas, pero de gente entera, que sonríe. Él, que ha recorrido Alepo buscando agua y ha visto que en otros sitios se mata por obtenerla, en voz baja me dijo al oído: 'Padre, yo me maravillo. Vosotros sois distintos, estáis llenos de paz y de gloria. Sois distintos'".
"Vivir radicalmente"
Así, concluye el padre Ibrahim, "basta la sal de pocos cristianos para dar sabor a la olla que es Alepo. Muchos se quieren ir, y esto es comprensible. Pero Dios nos ha plantado aquí y no tenemos derecho a arrancar esta planta. Nuestra presencia es una misión y, por tanto, permanecemos aquí; no nos rendimos, sino que amamos más, perdonamos más, continuamos este Via Crucis, que no es un paseíto. Nosotros tenemos una razón para vivir y morir: Jesús. Debemos ser radicales en el vivir la fe. Gracias a esto, hemos hecho un descubrimiento: cada vez estamos más llenos de gratitud por aquello que Dios nos da".
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