Puede parecer paradójico, pero para hablar de la ecología, el Papa, con esta encíclica, nos llama a la conversión, es decir, nos llama a reconocer quiénes somos verdaderamente para que comprendamos de forma adecuada las circunstancias históricas en que la Providencia nos sitúa y se abra un camino para nuestra libertad personal y el bien de la vida en común. No acoger la llamada a la conversión presente en esta encíclica supondrá inexorablemente eludir su recepción.
¿Cuál es entonces esa verdad de nosotros mismos que estamos llamados a reconocer para poder cuidar verdaderamente la casa común? El hombre es plenamente él mismo solo cuando está en relación: consigo mismo, con los demás, con todo lo creado y con Dios.
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