«Con este gesto, tan imponente como imprevisto, el Papa da testimonio de una plenitud tal en la relación con Cristo que nos sorprende, pues supone un acto de libertad sin precedentes, que privilegia ante todo el bien de la Iglesia. Así muestra ante todos que está totalmente confiado al designio misterioso de Otro.
¿Quién no desea una libertad como la suya?
El gesto del Papa es un reclamo poderoso para que renunciemos a cualquier seguridad humana, confiando exclusivamente en la fuerza del Espíritu Santo, como si Benedicto XVI nos dijese con las palabras de san Pablo: “Estoy persuadido de que el que ha inaugurado en vosotros esta obra buena, la llevará adelante hasta el Día de Cristo Jesús” (Flp 1,6).
A través del anuncio del Papa, el Señor nos pide que traspasemos toda apariencia, atravesando el entusiasmo humano con el que habíamos saludado la elección de Benedicto XVI y con el que lo hemos seguido en estos ocho años, agradecidos por cada palabra suya.
Con el deseo de vivir la misma experiencia de identificación con Cristo que ha inspirado al Papa este acto histórico para la vida de la Iglesia y del mundo, acogemos también nosotros con libertad y llenos de asombro este gesto extremo de paternidad, realizado por amor a sus hijos. Confíamos su persona a la Virgen para que siga siendo padre, para que siga dando la vida por la obra de Otro, es decir, por la edificación de la Iglesia de Dios.
Unidos a todos los hermanos, junto con Benedicto XVI, pidamos al Espíritu de Cristo que asista a la Iglesia en la elección de un padre que pueda guiarla en un momento histórico tan delicado y decisivo».
Oficina de prensa de CL
Milán, 11 de febrero de 2013
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