A medida que se acercan las elecciones de 2012, se nos invita a todos a dar un juicio sobre el punto en el que estamos y sobre la dirección en la que nos estamos moviendo como país, a partir de la conciencia de pertenecer a una nación que tiene un bien común.
Particularmente en este periodo, en el que muchos de nuestros compatriotas sufren el desempleo y la crisis económica, sabemos que muchos necesitan una mejora en su nivel de vida. Sin embargo, no creemos que estas elecciones puedan resolver por arte de magia el gravísimo problema que Estados Unidos tiene que afrontar. Las leyes, los proyectos y los programas políticos, por perfectos que sean, dependen de la libertad de hombres imperfectos como todos nosotros.
No creemos que la mejora de la situación de nuestro país pueda alcanzarse por la política sola. Más bien, pensamos que Estados Unidos necesita un compromiso renovado por parte de individuos y asociaciones para perseguir los más nobles ideales humanos con realismo y capacidad de sacrificio. En la encíclica Deus Caritas Est, el Papa Benedicto afirma que «la construcción de un orden social y estatal justo, mediante el cual se da a cada uno lo que le corresponde, es una tarea fundamental que debe afrontar de nuevo cada generación». Esta tarea es de cada uno de nosotros, y somos plenamente responsables.
En este sentido, nos negamos a dejarnos aplastar por la enorme presión que se ejerce sobre todos los norteamericanos para que se dejen llevar hacia un bando u otro.
1. La búsqueda de la felicidad
El deseo de algo mejor, de un bien mayor, de una vida más plena es lo que expresa la naturaleza de cada persona y lo que guía todo el progreso auténticamente humano. La esencia de la libertad es nuestra capacidad para identificar el bien mayor y para orientarnos hacia él. Esta libertad comprende necesariamente la libertad para asociarse con otros y crear movimientos, organizaciones y obras que expresen las conciencias y encarnen los valores de quienes las promueven. En su intento de “establecer la justicia, asegurar la paz social (…), promover el bienestar y custodiar el don de la libertad”, quien gobierna debe apoyar no sólo las iniciativas que nacen del propio gobierno sino, antes aún y sobre todo, las que surgen de las libres asociaciones de personas.
2. La realidad es dada
La realidad es lo que despierta nuestro deseo de felicidad y nos anima a buscarla juntos en la realidad misma. No es posible encontrar la libertad huyendo de la realidad. En su encuentro con los responsables de la política alemana en 2011, el Papa Benedicto indicó la necesidad de reconocer el primado de la realidad para que pueda florecer una cultura política. Junto a él, afirmamos que «el hombre no se crea a sí mismo. Es espíritu y voluntad, pero también naturaleza, y su voluntad es justa cuando él respeta la naturaleza, la escucha, y cuando se acepta como lo que es, y admite que no se ha creado a sí mismo. Así, y sólo de esta manera, se realiza la verdadera libertad humana». Quien gobierna debe reconocer y respetar la realidad como dada, y evitar cualquier intento de manipularla o disgregarla. La ley debe respetar el hecho de que la vida tiene su origen en la concepción y que supone una violación de la misma cuando se le pone fin por voluntad del hombre; que el matrimonio y la familia están antes que el gobierno, y que no pueden ser objeto de redefinición por parte de quien gobierna, ni siquiera en nombre de la libertad.
3. Libertad religiosa
El punto culminante de la búsqueda de la felicidad es la libertad religiosa. Esta libertad va mucho más allá de las formas de devoción, porque nosotros buscamos nuestra felicidad en todas sus formas. Los decretos que emanan del Departamento de Salud y Servicios a la persona de la Administración actual, que obligan a los católicos y a sus asociaciones a eludir los deberes de su propia conciencia, deberían alarmar a todos los que aman la libertad. Cuando la conciencia de la persona es violada y la libertad religiosa amenazada, ninguna libertad está asegurada.
4. Libertad de educación
Nunca podremos ser felices si nuestros hijos no lo son. La libertad para proponer a los jóvenes la propia tradición y los propios hallazgos y convicciones respecto a lo que es verdaderamente importante y lo que nos realiza íntegramente está íntimamente ligada a nuestra libertad para perseguir la felicidad. Quien gobierna debe usar su poder para apoyar a las personas en su esfuerzo por ofrecer la mejor educación posible para los jóvenes, anteponiendo este esfuerzo a los propios proyectos en el ámbito educativo.
5. Solidaridad
Este tiempo de crisis puede ayudarnos a redescubrir la importancia de la familia, de la amistad, de la comunidad, de la caridad. A medida que la situación se hace más dura, si los vínculos sociales se debilitan y la caridad se marchita, la gente no puede contar nada más que con los programas de asistencia pública. Una atención renovada a compartir las necesidades de los demás y al valor de la solidaridad con las personas en situación de dificultad es condición necesaria para superar cualquier periodo de tribulación y es la base para una sociedad próspera y humana cuando vuelvan los “buenos tiempos”. Quien gobierna debe apoyar y acompañar el trabajo de los voluntarios y de las organizaciones caritativas, y proporcionar ayuda al sector non-profit en su esfuerzo por asegurar un nivel de protección para los que tienen dificultades y necesidad.
Invitamos a todos los ciudadanos de buena voluntad a unirse a nosotros en nuestro esfuerzo por renovar nuestra sociedad. Buscamos políticos que reconozcan, valoren y colaboren con las personas y asociaciones que desean trabajar para construir el bien común de Norteamérica.
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