Queremos contaros una amistad que comenzó en el Meeting de Rímini de 2016, donde nos apuntamos como voluntarios en una exposición, y que nos ha llevado a algunos de nosotros a seguir lo que pasó aquellos días, hasta hacer un viaje a Alemania...
¿Pero qué tiene que ver Alemania? Hay que dar un paso atrás. En realidad, la historia empieza en Boves, en la provincia italiana de Cuneo, el 29 de septiembre de 1943, pocos días después del armisticio del 8 de septiembre. Don Mario es el coadjutor, tiene 23 años y es cura desde hace tres. Le matan mientras está bendiciendo a un hombre herido de muerte por una patrulla alemana. Don Giuseppe es el párroco. Le matan pocas horas después sin motivo y queman su cuerpo para no dejar pruebas. Había conseguido, junto a su amigo laico Antonio Vassallo (también él ajusticiado), llegar a una mediación entre la banda de "rebeldes" partisanos y el comando alemán, con la esperanza de evitar la masacre, pero al final no lo lograron. Tanto Mario Ghibaudo como Giuseppe Bernardi, muertos como mártires bendiciendo y absolviendo, tienen abiertas sendas causas de beatificación.
En Boves tuvo lugar la primera represalia nazi en Italia: 350 casas quemadas y 23 civiles asesinados en un día, a los que siguieron otras víctimas en los meses siguientes. Don Mario y don Giuseppe murieron in odium fidei, pero la suya no es una historia de odio sino de perdón, una de tantas durante la Segunda Guerra Mundial protagonizadas por sacerdotes católicos. Esta ha llegado hasta nuestros días, pasando por una hermosa exposición fotográfica y documental que, desde el Meeting de Rímini del año pasado, ha superado todas las fronteras.
La muestra titulada "Mártires por una ciudad nueva" fue promovida por la asociación "Don Bernardi y don Ghibaudo" de Boves, y contó con el apoyo de un grupo de amigos de Comunión y Liberación de la comunidad de Cuneo. «Desde que participamos como guías», explica Simona, «todo ha sido una cadena de experiencias de bien y de amistad que nos ha llevado a sumarnos a una peregrinación, el pasado mes de mayo, en la ciudad de Schondorf am Ammesse, en Baviera, el lugar donde el comandante alemán Joachim Peiper, responsable de la matanza, fue sepultado. Allí nos encontramos con una comunidad pequeña pero llena de vida y de fe».
Un camino de reconciliación que, según cuenta Bruno Mondino, párroco de Boves y fundador de la asociación, «comenzó ese mismo día, aquel 19 de septiembre de 1943, con el gesto del padre Bernardi que, siendo ya rehén del comando alemán, fue a rezar y bendecir el cuerpo del soldado germano Willy Steinmetz. Esa fue la primera piedra de este camino, una piedra que se apoya con firmeza en la roca del perdón de Dios».
Añade Simona: «Junto a una veintena de personas, mi familia y yo hicimos un viaje de diez horas en autobús. Nos recibió un pequeño coro de jóvenes que ensayaba los cantos para la misa con un cura que nos recordaba mucho la experiencia que vivíamos con el movimiento». Luego rezaron una oración simultáneamente con la comunidad de Boves, a seiscientos kilómetros de distancia, «en memoria de los dos sacerdotes que, hace setenta años, sembraron una semilla de la que ahora vemos los frutos». «Al llegar a aquellos lugares y experimentar la fraternidad con los amigos alemanes», comenta su marido, Stefano, «era evidente que de la raíz del sacrificio de nuestros dos sacerdotes ha nacido una planta de amistad y perdón entre dos pueblos que se hicieron la guerra».
Entre los italianos, estaban también en Schondorf dos sobrinos de don Mario. Fue un gran conmoción cuando, en la tumba de Peiper, rezaron el Padre Nuestro y en la oración personal confiaron su propia responsabilidad en «testimoniar a las generaciones futuras lo que él nos dejó: la alegría de vivir solo es plena cuando es donada, a cualquier precio. Estamos aquí para compartir una oración por la paz y la fraternidad entre todos los pueblos. Y cuando parece prevalecer la fatiga de perdonar, su recuerdo nos sostiene».
Los alemanes también han sufrido una herida muy grande, pero la posibilidad de una amistad gratuita e imprevista, llegada desde Italia, ha derribado los muros. En la parroquia de Santa Ana, desde hace un tiempo, existe el grupo "Boves Kreis", que cada día 19 del mes se reúne para rezar en unión con Boves (donde arde encendida la llama de la paz) y para estudiar el idioma italiano. A monseñor Weiss Heinrich, de Santa Ana, le regalaron una llama gemela. «En italiano», dijo, «vosotros usáis la expresión "adorad a Dios". Nosotros decimos "estrechad a Dios, abrazadlo". Eso es lo que yo deseo, que lo tengamos siempre verdaderamente con nosotros y entre nosotros». También llegó una petición por parte del "Boves Kreis" para tener una reliquia de los dos sacerdotes una vez concluyera la causa de beatificación. «Cada momento pasado con estos amigos, tanto los italianos como los alemanes», continúan Simona y Stefano, «ha sido para nosotros la experiencia de Dios. El misterio se ha manifestado de esta manera tan impensable y gratuita. Verdaderamente, estos dos sacerdotes ya han realizado el milagro necesario para convertirse en beatos: el de una reconciliación imposible para los hombres, pero posible para Dios».
La peregrinación es una experiencia que sigue marcando la vida cotidiana. «Llevamos en el corazón este viaje que empezó en el Meeting como un momento de fe vivida, en cada uno de nosotros se pone en juego la libertad y el deseo. Y vemos qué grandes obras puede hacer Dios conquistando el corazón de todos -sobre todo el nuestro- con una historia pasada pero que ahora se hace nueva». El lema del próximo Meeting tomada del Fausto de Goethe resume todo lo que está pasando en Boves: «Lo que heredaste de tus padres vuelve a ganártelo para que sea tuyo».
Carla, Cuneo
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