La semana pasada fui a los Ejercicios. Para mí ha sido una experiencia personal muy intensa, las palabras que allí se dijeron me alcanzaron de manera especial respecto a lo que estoy viviendo actualmente. Al mismo tiempo, me confirmaron muchas cosas.
Llevo cinco años haciendo un camino de fe. Desde muy joven me planteaba muchas preguntas sobre mí misma, sobre el ambiente en el que vivía, y la gente que me rodeaba no conseguía entenderme del todo. Eso me hacía sufrir, pero al mismo tiempo, fuera cual fuera la situación en la que me encontrara, estaba segura de que Jesús seguía acompañándome y nunca me dejaba sola. La certeza de su presencia me hacía vivir a gusto conmigo misma, y esto acabó "contagiando" a mis amigos. «Es un encuentro permanente con una persona viva», como ha dicho estos días Carrón.
Jesús me ha enseñado muchas cosas, su misericordia ha dado un vuelco a mi vida. Sentirse amados y perdonados, ¡eso es lo que necesitan los hombres realmente! Me gustó mucho cuando Carrón citó a Isaías, hablando del «conmoverse las entrañas», porque me hizo pensar en lo que yo siento cuando escucho la Palabra de Dios y cuando hablo de él. Por fin he comprendido que mi "sí" a Jesús no lo digo por obligación sino porque lo deseo. Eso me ha hecho entender mejor mi celo a la hora de querer ayudar a otros a encontrar a Jesús. Él me ha elegido.
Cuando Carrón pronunció la palabra "enamorado", me sentí totalmente identificada en ella. Jesús es aquel al que amo con todo mi ser, más allá de lo sentimental. Este amor es lo que me hace obedecer, estar realmente atenta a lo que el Padre me indica, aunque a veces necesite tiempo para entender. Esta obediencia me ha enseñado a reconocer mi miseria y, después de los Ejercicios, renuevo este "sí" para vivir dentro de esta presencia presente de Jesús vivo.
Pamela, Isla Mauricio
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