En Brasilia, la "Explanada de los ministerios" se extiende varios kilómetros delante del Palacio de Planalto, sede de la presidencia de la República. Desde hace más de un año, Dimitri y Antonio la recorren todas las mañanas para llegar al Ministerio del Trabajo. Ambos consiguieron en 2014 una plaza de funcionarios y trabajan juntos. «Los dos somos de Salvador de Bahía y estos meses de formación hemos llevado la misma vida y las mismas fatigas», explica Dimitri.
También han discutido mucho. Política y economía, sus pasiones, se han convertido en terreno de conflicto. Antonio, marxista, colaboró en el pasado con el PDT de Lula, en Salvador. Se define como ateo, «un ex-evangélico inoxidable». Dimitri nunca le ha ocultado su pertenencia a CL, pero eso nunca ha sido un muro entre ellos. Es más, a pesar de sus bromas en el ascensor o sus interminables discusiones en la comida, a Dimitri siempre le llamaba la atención la sinceridad con que Antonio le hablaba.
Llegó así el 8 de marzo, el día siguiente a la audiencia con el Papa. «Decidí enviar al grupo de Whatsapp de mis compañeros el discurso de Francisco», cuenta Dimitri: «Si algo es bueno para mí, ¿cómo no voy a compartirlo?». La respuesta de Antonio llegó enseguida: «Querido Dimitri, no sé cómo lo ha hecho, pero el Papa ha diluido mi ateísmo».
Dimitri fue a buscarle. «Me di cuenta de que en la mirada de mi amigo se había abierto una brecha y quería mirar allí dentro». Pero Antonio, a quien nunca le han faltado las palabras, pero esta vez no conseguía expresar lo que le estaba pasando: «Dame tiempo para comprender, en cuanto pueda te cuento». Unos días después, Dimitri recibió una carta de Antonio: «Lo del Papa es un humanismo sincero, pero donde no hay espacio para el molesto triunfalismo egocéntrico. El Papa, para salvar nuestra civilización, nos ofrece lo más importante del cristianismo, que es la posibilidad de redención».
Dimitri quedó impresionado. «Al terminar la jornada laboral, le esperé para preguntarle dónde veía que se podía realizar esa posibilidad». Las palabras de Antonio le dejaron totalmente descolocado. «Dimitri, este Papa me ha impresionado. Aunque seamos miserables, aunque no tengamos virtudes ni fortuna, siempre existe la posibilidad de cambiar. Empiezo a creer que todo es cuestión de fe. Mi ateísmo ha cambiado, ya no soy capaz de hacer algo sin pensar en Cristo, no dejo de preguntarme qué hay de Él en nuestras jornadas». Su amigo se quedó en silencio, mirándole fijamente: «En aquel momento entendí que el diálogo entre nosotros se había convertido en algo nuevo».
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