Hace ocho años nuestro ahora amigo Alex, conmovido por la experiencia de la recogida de medicamentos en Italia, organizó la primera Jornada en Barcelona. Un año después, un grupo de Madrid la organizó también aquí. Y así seguimos año tras año hasta llegar a la 8ª del pasado sábado 14 de febrero en 10 ciudades españolas.
Organizar algo así es un reto y un trabajo. Primero visitar las entidades sociales a las que ayudamos para que nos den sus necesidades de medicamentos. Después buscar farmacias, de una en una muchas veces, convenciendo a los farmacéuticos de que nos «presten su farmacia» un día. Y por fin ir por las universidades, buscar en las redes sociales, en las empresas, en asociaciones diversas, para movilizar a más de 230 voluntarios el mismo día.
Y el día anterior un vértigo por la cantidad de gente implicada: los farmacéuticos y sus ayudantes, los voluntarios animando a los clientes a comprar, nuestros 20 supervisores de zona visitando todas las farmacias e intentando arreglar las incidencias. Y los ciudadanos que (como nos cuentan los voluntarios) nos sorprenden siempre dando más de lo que esperábamos.
Y después los hechos imprevistos. El año pasado la presentación a la prensa por parte de la Comunidad de Madrid. Este año la presentación en el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid, gracias a los cuales empezamos a ser más conocidos en el ámbito profesional. Y los medios de comunicación, que año tras año hacen difusión de la Jornada consiguiendo que algunos ciudadanos vayan a las farmacias exclusivamente porque lo han oído en algún medio.
Al finalizar la Jornada el equipo se reúne para picar algo (preparado simpre con cariño por la una familia amiga) con todos los voluntarios que quieren. Y así escuchamos conmovidos lo que descubren. Una nos decía que al haber hecho esto por primera vez se conocía más a sí misma en esta acción. Otro, cómo la relidad de ese gesto le provocaba a salir de sí mismo. Otro contaba cómo llamó a la farmacia en la que había estado el año anterior, extrañado de que no participase. Y movió así a las farmacéuticas a cambiar sus planes y a quedarse para la Jornada. Lo que prueba que las cosas cambian, primero porque nos cambian a nosotros, y después a nuestro alrededor.
Este sábado también nos alegró oir al coordinador médico de Karibu, un hombre ya curtido que ha fundado dos ONG, darnos las gracias porque una ONG ayuda a otra, y porque los medicamentos que les procuramos son muy importantes para su trabajo, y así pueden emplear su presupuesto en otros servicios.
Y para finalizar nuestro equipo, el «núcleo duro» de cinco que nos hemos convertido en amigos, y que nos reunimos casi todos los meses para preparar la caritativa, para darnos razones y acompañarnos en el camino y descubrir «por quién» lo hacemos. Una caritativa un poco especial, ya que nosotros no vemos directamente a la gente que tiene necesidad. Pero sí compartimos camino con gente de muy distintos horizontes que se van quedando con nosotros engrosando las filas del equipo.
Somos así espectadores de esa realidad que nos descoloca y nos sorprende (porque las cosas no salen como nosotros habíamos pensado) y que nos hace estar siempre en marcha, siempre intentando mejorar, siempre buscando, y somos así los primeros cambiados.
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