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CARTAS

“Por Cristo, con Él y en Él”

P.C.
24/02/2014

Hace más de un mes que Belén ingresó en el hospital. Creímos que era una hospitalización rutinaria, pero esta vez puede ser la definitiva, dadas las complicaciones que han ido surgiendo. Su estado oscila, según la percepción médica, entre grave y muy grave. Los médicos la ven tan mal que no parece que sepan cómo proceder. Desde el punto de vista médico poco se puede hacer por ella.
¿Cómo estamos afrontando esta situación? Lo mejor es mirar a Belén. Los amigos vienen a echar una mano, acompañándola, pero cuando regresan reconocen que los ayudados son ellos. El vértigo de la cercanía de la muerte no te lo quita nadie. Ella es consciente de que los que peor lo vamos a pasar somos los hijos y yo, pero lo más importante es que se siente dependiente de Cristo, de que su vida solo se cumple en Él y eso la mantiene en paz. Cuando el dolor arrecia es como ver a Cristo en la cruz, pero ofreciendo su vida a Cristo en esa circunstancia, porque todo procede de Él. Y Él nos ama, no quiere nuestro mal, sino nuestro sí a su voluntad.
Nos hemos hecho amigos de Michele. Pedimos al hospital un sacerdote que le trajera al Señor a diario y apareció Michele. Es un italiano que expresa la alegría de la fe. Se parece física y conductualmente al actor que interpreta a S. Felipe Neri en Prefiero el paraíso. Siempre alegre, nos dice al entrar: «¡Traigo gasolina para la batalla!» y ya se ha ganado a todos los familiares y amigos. Con frecuencia viene con chavales de la ESO de su parroquia, sus «asistentes». Ayer les decía en broma muy sonriente: «Cuidadme bien a esta paciente, porque es amiga de mis profesores y quiero sacar buenas notas en San Dámaso».
Por mi parte esta situación no me apetece un pimiento. Pero también sé que Cristo tiene un plan para mi vida, que no me dejará solo y le pido en medio del dolor que me permita abrazar esta situación, porque todo, todo, incluso el dolor se convierte en redentor cuando es compartido con Cristo.
Desde hace un mes no puedo ir a Escuela de Comunidad. Le leo la Escuela a Belén en la habitación, cuando cesan las visitas, la comentamos brevemente. Aunque la mejor Escuela es estar con ella, mirarla a ella, sin quedarse en ella, pues es débil como todos. Es Cristo quien la sostiene.

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