Diciembre 2013. Los belenes en las iglesias, todos, me reclaman a este Nacimiento, y me invitan a ensimismarme cuando, antes del 24, la cuna del niño está vacía, y después de esa fecha, con el niño que antes no estaba y ahora está. Y está por nosotros.
Entonces uno se conmueve contemplando el belén, sabiéndose infinitamente amado a cambio de nada. Y uno llega a casa y, en su cuarto, se queda mirando una imagen de Jesús, y su corazón vuelve a experimentar una alegría inconmensurable e inexplicable; una alegría que te lleva a decir “Cristo, mío” con certeza, paz, agradecimiento.
Carla
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