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CARTAS

«Otro sí que nos pide Dios»

14/01/2013
Giacomo Cornara.
Giacomo Cornara.

El 29 de diciembre murió Giacomo, 18 años, el mayor de seis hijos, estudiante de ciencias, cuando hacía snowboard. En septiembre había muerto su padre, Gianni Cornara, de un infarto. Publicamos la carta de su madre, Mónica, que leyó el padre Beppe durante el funeral, en el que se congregaron cientos de jóvenes.

El día de nuestra boda, escribí esta oración de los fieles: «María, ayúdanos a acoger el Misterio de tu Hijo para abrazar cada día con pasión las circunstancias de nuestra vida. Para reconocer y amar el destino bueno que el Señor nos ha preparado, y ayúdanos a decir en cada momento “hágase en mí según tu palabra”».
Pensaba entonces ingenuamente en las alegrías y dolores de todos los matrimonios, el don de los hijos, los lamentos por ciertas injusticias, el estupor por una noticia inesperada, el malestar ante las cosas que no corresponden. Puntualmente, todos estos pequeños síes nos acompañaron en nuestros 19 años de matrimonio, construyendo nuestra vida y la de nuestros hijos.
Hace tres meses, el Señor llamó consigo a Gianni: el misterio de la muerte se hizo presente, vivo, lacerante. He pedido cada día a la Virgen que sostenga mis jornadas, he ofrecido a Dios mi cansancio y mi confusión, para seguir comunicando a mis hijos que todo es don, que el bien al que ha sido llamado Gianni era infinitamente más grande de lo que habría gozado estando con nosotros. Y la certeza de Su gracia se hizo carne en nosotros, lo hemos experimentado con todas las personas que nos han sostenido y acompañado a cada instante.
Después, oh Dios, nos pides otro sí. La herida abierta en mi corazón se ha convertido en un abismo, porque has querido llamar contigo también a Giacomo, también a él le has donado la felicidad plena, esa que la inquietud de su corazón de 18 años buscaba a toda costa, en casa, en clase, con sus amigos, en el estudio y en el ocio. Qué paz infinita debe experimentar hoy al mirarnos junto a su padre.
Gracias, Dios mío, porque has hecho ese gran don a Giacomo, te ofrezco todo mi dolor humano, renovando “mi hágase en mí según tu palabra”.
Que nuestra herida esté abierta, siempre sangrante, para que podamos vivir cada instante de nuestra vida con la conciencia de que estamos hechos para el bien, para la felicidad que Giacomo y Gianni ya están contemplando.

g>Monica

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