Este fin de semana hemos asistido en Huesca a la ordenación de diácono de Manuel, quien ha sido profesor de religión de mi colegio durante dos años.
Para la ciudad en general, ha sido una noticia muy conocida y todos los medios locales han ido informando de ellos durante el fin de semana, y para la diócesis también ha supuesto una inmensa alegría.
Para mí en concreto, desde el día que conocí la noticia estaba deseando que llegase el día. Es un gusto ver cómo él, libremente y con valentía, ha dicho sí a la vida sacerdotal,sin duda, un ejemplo para todos. Me siento privilegiado de poder estar cerca de él, de ser su amigo, de compartir la experiencia del movimiento con él.
Unos cuantos amigos hacemos Escuela de Comunidad con él y todos nos sentimos realmente afortunados de contar con su ayuda, su compañía y también, por supuesto, dentro de un tiempo de tener a un sacerdote tan cerca.
Respecto a la celebración, yo era la primera vez que acudía a una ordenación de diácono y fue muy bonita, en cada detalle, en cada gesto. Algo que me llamó especialmente la atención fue ver cómo nuestro administrador apostólico, Don Jesús Sanz Montes, se dirigía a Manuel como un amigo, desde el corazón.
Para acabar, diré que la presencia de Manuel estos años y especialmente desde el sábado hace que cada vez sea más evidente para mí que lo más importante en mi vida es la presencia de Jesucristo.
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