Soy coordinadora de un Liceo Científico italo-colombiano en Bogotá. Hoy, nada más llegar al colegio, leí el correo de una madre que me pedía un permiso especial de salida para sus hijos y me contaba la muerte repentina y absurda de una prima suya y de su hija menor de 5 años, a causa de un incendio que se desató por la noche en su casa. Quedan vivas las otras dos hijas, un poco mayores de edad. Busqué enseguida a Daniella, mi alumna, hija de la señora del correo, y le pregunté. La chica llorando me cuenta los hechos y me plantea preguntas radicales sobre el sentido de la vida. Hablamos un momento y luego cada una se fue a su clase. Os envío lo que le escribí a su madre y su respuesta.
«Hola. Hoy cuando he leído tu correo, me he quedado sin palabras y pronto he buscado a Daniella que, entre lágrimas, ha intentado contarme lo que le ha sucedido a esta familia.
¡Dios mío, qué cosa tan impresionante y dolorosa! Si fuéramos sinceros y verdaderamente humanos, deberíamos callarnos y guardar silencio. Pero quería decirte que Daniella me planteó preguntas muy importantes sobre este hecho tan doloroso: “¿Por qué pasa esto? ¿Qué quiere decir entonces que yo hoy estoy viva? ¿Por qué valdría la pena vivir si todo se acaba en un segundo?”. Quedé impactadísima por esta chica que tan seria y misteriosamente está delante de todo esto, sin olvidar, sin deber hacer como si nada hubiera pasado. Además se pregunta por el porqué, por el sentido de todo esto.
Hoy es el día de San Francisco de Asís, un santo increíble que lo dio todo por amor, por amor no a la pobreza, sino a Cristo, al sentido primero y último de toda la realidad y por ende también de los rostros de esta joven mujer y de su pequeña hija, de los rostros de las dos hijas que se quedan aquí con nosotros, y del rostro de todos ustedes, dolidos y llenos de preguntas importantes. Toca rezar, rezar mucho el don de la fe, que no quiere decir que no se debe llorar o no se debe pedir con fuerza a Dios que nos ayude a entender, a ver aquello que no nos parece ver, el sentido de este sacrificio de hoy.
Rezo para que tu ida allá sea un acontecimiento para ellos, para darles la compañía humana necesaria en un momento de dolor tan grande y para acompañarlos también en las decisiones que deberán tomar.
Para ti rezo para que puedas tener la fuerza de pedirle a Dios la fe, que es fuente de esperanza para ti y por ende para ellos: estas dos niñas, el hermano y todos los involucrados directamente. La mamá y la hermanita desde el Paraíso nos ayudarán por cierto a entender qué hacer y cómo hacerlo. ¡Es cierto!
Si esto no tuviera un sentido, no valdría la pena vivir. Pero nosotros sabemos que sí, vale la pena, aunque en este dolor. Misteriosamente el sacrificio de estas dos queridas vidas está sin duda salvando a alguien en el mundo, en este mismo instante. Y lo sabremos, lo veremos. Por cierto.
Queda la fatiga del día a día, pero todo se puede vivir en la fe de Cristo, que ha dado su vida para salvar a cada uno de nosotros. Y Él no tenía ninguna culpa, pero ha muerto por mí; así que el sacrificio de tu prima y de su hija (que no tenían ninguna culpa) sirve para la salvación mía, tuya y de todo el mundo. Es misterioso pero paso a paso estamos llamados a entender hasta verlo.
Hasta pronto, y perdóname la indiscreción, pero este hecho al inicio del día me ha conmovido en serio, y no he podido quedarme callada».
Chiara
«Mil gracias por esas palabras tan bellas, no es ninguna indiscreción porque tú formas parte de mi vida y eres muy importante en nuestra familia. Has dejado una huella difícil de borrar. Gracias».
Claudia
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