Desde hace dos años vengo haciendo una caritativa que consiste en acudir un sábado al mes a la Casa de la Madre Teresa de 8.30 a 10.30 para ayudar en lo que nos piden. El último año me ha tocado ocuparme junto con otros de duchar a los ancianos. Normalmente el viernes por la noche previo a acudir a la caritativa siempre me surge la tentación de no ir, por cansancio o buscando mil justificaciones. Este año sin embargo he tenido más fidelidad a dicho gesto mensual, y he verificado que es un acto que me construye, que me corresponde (más allá de que apetezca más o menos). Incluso cuando nos pidieron ir en Nochebuena y fin de año a la hora de comer para ayudarles a lavarlos, fue un regalo para vivir más conscientemente la Navidad. Es decir, de la caritativa salgo más yo, más cierto de la vida. Y cuál es el motivo: la caritativa está llena de signos que remiten a Cristo. Un ejemplo: la mirada sobre el anciano que lavas no se reduce a su miseria, sino que, como dice la Escuela, por gracia, te conmueves por su destino, por su necesidad de felicidad, y verificas que tú no puedes dárselo y que sólo Otro el que se lo puede dar. Otro ejemplo: los ancianos que tratamos no tienen nada (ni familia, ni bienes, ni salud física o mental en muchas ocasiones). Sin embargo se les ve con una esperanza, que dada su situación sólo es explicable por la presencia de Cristo a través de las monjas. Agradezco mucho el método que se nos propone para hacer caritativa que es el que me permite reconocer lo que he dicho antes: (1) el hacerlo guiados por el texto de la caritativa de Giussani, que leemos antes de empezar; (2) el hacerlo dentro de una compañía que me reaviva el deseo de hacer caritativa, (3) y en esta caritativa particular, también agradezco la presencia de las propias hermanas de la caridad, que son un espectáculo porque en ellas se detecta una alegría en cada circunstancia que no pueden ser mérito suyo o de su personalidad sino que son signo de Otro.
Además, con el paso del tiempo uno va viendo que el hacer caritativa no es un compartimento estanco, que se despliega una vez al mes, y que luego se cierra hasta el mes siguiente, sino que va impregnando el resto de la vida (aunque sea de forma muy lenta) y que es un más. Esto se hace evidente con las hermanas de la caridad, al ver su alegría y esperanza continua (ellas no tratan de cambiar las circunstancias, como hacemos nosotros). Esto hace que uno empiece a vislumbrar, aunque sea lejanamente, por instantes, y luego se le olvide, lo que dice el capítulo EC, que la ley de la vida es la caridad.
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