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CARTAS

«¿Qué mueve a una persona a realizar con sencillez cosas extraordinarias?»

Agustina
27/10/2011 - Campana (Buenos Aires)

Es la 01.03, am. Sé que mañana me espera un largo día y convendría estar durmiendo, pero fue tan grande lo que aconteció hoy que no puedo dejar de escribirlo. No se puede evitar escribir de qué modo la gloria de Cristo se hace manifiesta.
En la materia Introducción a la Administración, en la universidad, como parte de la nota final se nos pide realizar una monografía acerca de un tema referido a una organización. Yo propuse a mi grupo de trabajo que la hiciéramos sobre el Banco de Alimentos de la Plata, ya que conocía la experiencia de Liliana Ilari, su presidenta.
Ayer, martes, Ale, Juampi y yo emprendimos el viaje a La Plata. Tren, colectivo y taxi fueron los medios que en tres horas nos permitieron llegar desde San Isidro hasta allí. Fuimos gratamente recibidos por Liliana, cuya disposición nos impresionó. «Las buenas obras, recuerden chicos, nacen mirando la realidad», fue una de las primeras cosas que nos dijo Liliana, que me quedó grabada. Así comenzó una visita de tres horas cuyo objetivo era indagar en la estrategia de la organización en su entorno. Pudimos cumplir ese objetivo gracias a la charla constante de Liliana. Sin embargo, lo que me impresionó de la visita fue el encuentro con una persona que vivía una experiencia, que vivía a fondo su realidad.
Mientras se desarrollaba la conversación, me fui sintiendo cada vez más conmovida por la sencillez con la que Liliana relataba cosas extraordinarias: su inquietud por la situación social argentina y su activa participación para cambiarla desde su lugar, su trabajo ad honorem en el banco y su jornada de trabajo en el depósito de 9 a 17hs (más su disponibilidad full time al teléfono), su empatía por el otro, su constante preocupación por la educación.
«Las fuerzas que cambian al mundo, son las fuerzas que cambian al corazón del hombre», nos recordó Liliana. Ella quiere que su testimonio sea una fuerza que cambie al mundo, que cambie el corazón de los empresarios con los que trabaja, mientras ella va creciendo a través de la amistad y el trabajo.
Me pregunto ahora «¿Qué mueve a una persona a realizar con sencillez cosas extraordinarias?» Si no es por el profit (podría haber pensado, como buena economista) ni por un reconocimiento social, la respuesta se hace obvia.
La victoria de Cristo se me hizo manifiesta en ese encuentro, en esa persona, en esa circunstancia. Mirar a los voluntarios trabajar contentos; ver la cantidad de donaciones e instituciones beneficiadas y que mis compañeros hayan disfrutado y sacado «lecciones de vida» (tal como definieron ellos al encuentro) es la victoria de Cristo, hoy y aquí.
Ahora puedo irme a dormir tranquila, tras haber escrito cómo Cristo se hace presente en nuestras vidas.
Agustina, Campana / Buenos Aires (Argentina)

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