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MÉXICO

Hay una emergencia: el hombre

Anna Minghetti
14/02/2014 - Zenit
Los universitarios después del concierto.
Los universitarios después del concierto.

«El descubrimiento de que la fe tiene que ver con todo: música, arte, política, economía, educación». Lo dice un grupo de amigos que ya lleva siete años dedicando el primer fin de semana de febrero a dar vida en la Ciudad de México al Encuentro DF, un evento lleno de música y debates, promovido por la asociación cultural La Aventura Humana, en colaboración con Donceles 66 y Comunión y Liberación.
Este año se ha celebrado los días 7 y 8 de febrero bajo el lema “Hay una emergencia: el hombre”. Ha participa un pueblo entero, gente de todas las edades: jubilados, estudiantes, niños con sus padres…

Esta experiencia nació el verano de 2007 con un objetivo muy preciso: verificar que el encuentro con Cristo aporta una riqueza única al vivir y al juzgar todos los aspectos de la realidad. Ninguno de los que organizan el Encuentro DF está implicado profesionalmente en el ámbito cultural, pero todos se han dado cuenta de la importancia que una propuesta como la suya puede representar en el ambiente en que viven. Es constante la búsqueda del diálogo, de un encuentro, con las personas más diversas.

El acto inaugural de estos dos días fue una velada llena de belleza gracias a la propuesta de cuatro jóvenes que viven la experiencia de CL en la universidad. Una flauta, un violonchelo, un piano y una voz narradora propusieron Canciones de un compañero de viaje del compositor austriaco Gustav Mahler.
Una desilusión amorosa y la necesidad de encontrar una respuesta al propio deseo de felicidad acompañan toda esta obra, que sin embargo «afirma la positividad de la realidad dentro del dolor», indica Jesús, uno de los cuatro protagonistas, en la presentación.

La misma positividad que se percibe en los debates de los días sucesivos. Al afrontar temas concretos y a veces dramáticos, en las palabras de los ponentes siempre emerge la afirmación de un bien, de una esperanza de la que es posible volver a empezar.
El primer encuentro se dedica a la actualidad y al periodo que México está atravesando. Durante el último año, se han aprobado varias reformas en diversos ámbitos, como el energético, el educativo, el financiero, etcétera. Reformas que van a incidir concretamente en la vida del pueblo mexicano y que ha provocado un debate social muy candente. Frente a todo esto, también entre los que organizan el Encuentro DF ha surgido el deseo de entender lo que sucede y ofrecer un juicio que no caiga en una posición ideológica.
El encuentro abordó cuestiones específicas de temas energéticos y educativos, mirando los pros y contras de las leyes y reformas. Al terminar el debate, emergió un problema común a estos dos ámbitos, donde la regulación puede actuar sólo hasta cierto punto: la corrupción. Para resolverla, se dijo, no basta con establecer obligaciones y prohibiciones: hace falta una sociedad que sea protagonista, hacen falta hombres que, animados por un ideal, construyan el bien común, sin detenerse en su interés individual. Un cambio que no llegará por imposición sino sólo mediante una educación.

Después de la actualidad, llegó el momento de los testimonios. El encuentro “Restituir su propia identidad al hombre. Gestos de una humanidad nueva” quiso contar cómo la vida ordinaria puede resultar extraordinaria gracias al encuentro con Cristo. Incluso en el dolor, como el de Eva, que tras la muerte de su marido, con dos hijos pequeños, ha descubierto que el modo fascinante de vivir la fe que conoció en sus amigos de CL, podía llegar a incidir incluso en el drama que había sacudido su vida.
Sorprendentes también las historias de Tiburcio, cuya mirada hacia los más pobres y marginados ha cambiado gracias a su implicación en gestos de caridad que proponía su parroquia, guiada por varios sacerdotes misioneros de la Fraternidad de San Carlos Borromeo; o Hugo, que al colaborar en un proyecto de la Fundación AVSI, una ONG dedicada a la cooperación al desarrollo, comprendió que educar no quiere decir sólo instruir sino que significa hacerse cargo de la emergencia humana que uno se encuentra delante.

A esa emergencia a la que reclamaba el lema se dedicó el encuentro final, donde el profesor Pablo Castellanos recorrió el camino que ha llevado hasta la actual situación antropológica, por la que hoy la naturaleza del hombre se reduce a un simple eslabón en la sucesión biológica o en la evolución social y económica. Pero el hombre es mucho más y esta reducción le deja herido, casi aniquilado y deshumanizado. Por eso es necesario partir de esta situación de necesidad absoluta, exactamente igual que hacía Jesús.
Pero acoger al hombre en la condición de fragilidad en que se encuentra sólo es posible si uno ya ha sido mirado con «una mirada que es expresión de un amor absoluto, incondicional y gratuito. Si no hemos experimentado un amor así, no es posible abrazar al otro, porque ni siquiera nos abrazamos a nosotros mismos». Al hombre concreto, real, herido y desfigurado no se le puede abrazar a pesar de sus miserias, sino con todas sus miserias. «Y eso sólo es posible cuando uno está frente a la mirada de Cristo».

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