Va al contenido

MÉXICO

La fuerza que cambia la historia del mundo es la fuerza que cambia el corazón del hombre

30/08/2011 - El juicio de la comunidad de CL sobre el terrible atentado en el casino de Monterrey que ha causado 52 victimas.

Ante el atentado ocurrido en el casino “Royal” de la ciudad de Monterrey, en el cual se confirmó la muerte de más de 50 personas, lo que más ha circulado en los medios de comunicación y en las redes sociales son los detalles de cómo sucedió el atentado, los anuncios de “No más violencia” (N + V), las ganas de encontrar a los culpables y de aplicarles la pena de muerte, de dejar de luchar y buscar que los criminales realicen un pacto de “no agresión”, se maneja el tema de la legalización de las drogas o el irnos a vivir a otro país; en el peor de los casos no nos interesa la noticia porque está muy lejos y “no me afecta”.
Esto nos hace pensar que cada quien debería de buscar su mejor estrategia para evitar el dolor de ver o de padecer esta serie de atentados. Se vive con la idea de que nosotros somos los buenos, “somos más los que queremos la paz que los que buscan la violencia”. Al final es cuestión de condenar a los “malos” y que nos dejen a los “buenos” vivir en paz.
Sin embargo, ¿podemos distinguir entre buenos y malos?, ¿es posible erradicar a los malos?; o ¿sería posible construir un mejor lugar para vivir con todos los que habitamos en este país?, ¿tenemos algo en común todas las personas? ¿Existe algo que permanezca en todos aun con la bondad y maldad que conviven en nosotros?
Sí, tanto las víctimas, como los familiares que han perdido a un ser querido, los miembros de la policía, del ejército, los políticos e inclusive los mafiosos; absolutamente todos vivimos teniendo dentro, aunque sea confusamente, el deseo de trascender. Indistintamente todos buscamos la belleza, la paz, el bien, y estos hechos dolorosos, más allá de la reacción inmediata de rabia, impotencia, indiferencia o cinismo; mirados con lealtad ponen de manifiesto el deseo de verdad, de saber cómo sucedieron las cosas, de conocer las causas verdaderas del atentado; el deseo de justicia, de que la vida tenga un significado, que la muerte del ser querido no sea en vano, sino que tenga un porqué. Ya sea que vivamos un dolor inmenso, una alegría pasajera, un sentimiento de poder, todos buscamos algo que colme nuestro deseo inmenso de ser felices.
Sin embargo, aunque tengamos estos deseos, vemos en nuestra vida que existe una desproporción entre lo que deseamos y lo que sucede en nuestra vida. Frente a esta desproporción, ¿qué hacemos? Muchas veces tratamos de encontrar una respuesta rápida que nos ahorre el camino. Es decir, tenemos el deseo pero queremos que alguien más haga el trabajo por nosotros: queremos que el político resuelva el problema del país mientras yo me ocupo de otra cosa, queremos que la pastilla me haga adelgazar mientras yo me ahorro la dieta y espero el resultado, esperamos que el esposo / la esposa me haga feliz, queremos trabajar menos y que nos paguen más o estudiar menos pero obtener una mayor calificación.
Sin la esperanza de un “más allá”, de algo que responda a lo que deseamos, el mundo se vuelve incomprensible. Necesitamos la certeza de que existe algo más que le dé sentido a nuestra vida y al camino que recorremos; necesitamos a alguien que no se asuste ante nuestras preguntas: ¿quién soy yo?, ¿de qué estoy hecho?, ¿cuál es mi valor como persona?, ¿quién me lo da?
Si tenemos estas preguntas es la primera señal de la compañía de algo más grande, y es alguien más el que tiene las respuestas a las preguntas que ha puesto en nosotros. El único que ha tenido la pretensión en el mundo de ser “el camino, la verdad y la vida” es Jesús de Nazaret, quien sigue todavía presente a través de su cuerpo vivo que es la Iglesia.
Cristo no resuelve el drama de mi “yo” eliminando el deseo humano, sino exaltándolo, haciendo más profundo el sentido del misterio. Esperamos un camino, no un milagro que evite nuestra responsabilidad, que anule nuestro esfuerzo, que haga mecánica nuestra libertad. ¿Quieres caminar?

Otras noticias

 
 

Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

Vuelve al inicio de página