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CHILE

Nadie puede hacer este trabajo por mí

Eduardo Fredes (Santiago Chile)
05/05/2011

El 1 de abril realizamos la presentación de El sentido religioso en Santiago de Chile. La aventura se nos venía grande, porque decidimos realizarlo en un lugar muy significativo de Santiago –construido originalmente por Salvador Allende como foro internacional y luego usado como edificio de gobierno por Pinochet– donde se conjuga la expresión laica de hoy y pasarela obligada de múltiples expresiones artísticas, menos religiosas, claro está. Además… la situación de la Iglesia chilena estaba por esos días marcada a fuego por el escándalo de abusos sexuales de un influyente sacerdote, polarizando toda la sociedad chilena. No obstante, nuestro gesto pretendía ser una muestra de cómo la presencia de Cristo se compara con las preguntas fundamentales y las exigencias más auténticas del hombre de hoy, que atraviesan desde sus afanes domésticos hasta su “trazabilidad ideológica”.
Con esta conciencia fue madurando en nuestro team organizativo una dinámica de trabajo en que esta iniciativa poco a poco se volvió algo propio, una cosa personal en que a menudo el celo de hacerlo bien cuestionaba todo: competencias profesionales en gestión de eventos, expertisse en relaciones públicas, los talentos de cada uno… cuidando cada detalle se ponía en juego a cada momento nuestra unidad porque nadie cedía a las legítimas pretensiones del otro. No queríamos que se nos escapase nada, pues además teníamos relatores como Monseñor Ricardo Ezzati, recientemente nombrado Arzobispo de Santiago; Massimo Tharengui, connotado astrónomo; y Carolina Dell’Oro, filósofa y asesora empresarial. Además de las expectativas que esto suscitaba en nosotros, suponía la posibilidad de invitar personas nuevas y ajenas al movimiento para que conocieran los orígenes de nuestra experiencia.
El resultado fue sorprendente: el salón atestado de gente (tuvimos más de 140 personas apostadas en una zona contigua), la belleza del gesto fue definida por las primeras canciones que fueron el preludio de unas charlas vivaces y profundas que lograron cautivar a todos los asistentes, tanto es así que a la salida se vendieron más de 150 copias del libro, además los asistentes se quedaron en el hall del centro de eventos comentando largamente lo sucedido minutos antes.
Para mí, “el éxito” era previsible –lo había dicho a mis amigos- , porque llevamos dentro una novedad preciosa que cuando se presenta al mundo cargada de la belleza y la pasión por el encuentro, éste generalmente responde con asombro y estupor. Sin embargo, fue aún más sorprendente darme cuenta, una vez más, de que con un gesto como éste se manifiesta el triunfo de Cristo, es decir, al abrazar la realidad proponiendo un hecho, se vuelve expresión de la verdad que lleva dentro todo el anuncio cristiano y esta verdad es la que me cambia a mí mismo. Sería mezquino decir que sólo estos gestos públicos hacen cambiar, pero la forma como vivimos esta presentación se volvió una forma de vivir la cotidianeidad, o sea, cuidar, mirar, buscar la belleza, es lo que tengo que hacer todos los días en la familia, el trabajo, los amigos… Sólo así puede surgir la verdad; si yo espero que esto suceda en otros y no en mí, no pasa nada, nadie puede hacer este trabajo por mí, sólo yo puedo darme cuenta de su presencia en el presente y, por lo tanto, en toda la realidad. Ésta es la verdadera victoria de Cristo que nos vuelve audaces y sobre todo hombres.

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Créditos / © Asociación Cultural Huellas, c/ Luis de Salazar, 9, local 4. 28002 Madrid. Tel.: 915231404 / © Fraternità di Comunione e Liberazione para los textos de Luigi Giussani y Julián Carrón

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