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ARGENTINA

Los amigos de Bergoglio

Walter Albornoz y Ana Hillar
01/10/2013
Los ponentes del encuentro.
Los ponentes del encuentro.

El pasado 13 de marzo el Señor nos sorprendió de forma insospechada. Nos embargó un profundo silencio. Había sido elegido un Papa argentino. Quizás para otras latitudes esto sea irrelevante, pero para nosotros… Un Papa argentino, un hombre de nuestro pueblo. Fue un imprevisto, sin precedentes en la Historia de la Iglesia.
Un grupo de CL de Santa Fe queríamos organizar un acto con motivo del Año de la Fe y la contundencia de la elección de Francisco nos obligó a centrar nuestra mirada en este hecho.
¿Quién es Francisco? ¿De dónde nace su capacidad de despertar los corazones?
Para encontrar respuestas a estas preguntas decidimos invitar a algunos amigos del entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio para un coloquio público.
Los invitados fueron el padre Juan Isasmendi, de los llamados “curas villeros”, y Marcelo Figueroa, evangélico, locutor de televisión. Juan Isasmendi trabajaba con el padre Pepe Di Paola en la villa de Barracas. Un cura joven, de 32 años, ordenado por Bergoglio, le había hecho al cardenal una entrevista, una de las pocas y la última, antes de que fuera elegido Papa, en la radio de la villa, mates de por medio.
Marcelo Figueroa, de confesión evangélica, conductor del programa televisivo “Biblia, diálogo vigente”, junto al Rabino A. Skorka y al cardenal J. Bergoglio, se habían conocido en actividades ecuménicas. Cuando Marcelo se encontró sin trabajo, el cardenal lo contrató para trabajar en el canal de televisión del arzobispado de Buenos Aires.
Comunicarnos con estas personas fue empezar a tocar con las manos aquel imperativo de Francisco: ¡Salir! Aquello que él ya hacía, en las villas, hacia los más pobres de los pobres; hacia otras religiones, en diálogo con ellos… Así Francisco se convirtió en alguien que nos tomaba del brazo sacándonos del escondite.
Tan importante era organizar el encuentro como difundirlo. ¿Cómo hacer para que se enteraran todos? Un publicista nos sugirió que fuéramos a las radios, a la televisión y a los diarios. Grabamos un audio para la radio, escribimos en la prensa, diseñamos la gráfica, lo difundimos en facebook… A partir de allí, lo que marcó nuestros últimos meses fue salir al encuentro, de todos. Desde el mecánico del automóvil, hasta el comerciante que confeccionó las remeras para el servicio de orden. Desde los profesores de los colegios de los chicos, hasta los antiguos alumnos de Bergoglio. Porque Bergoglio fue profesor en Santa Fe, en los años 64 y 65, en el colegio de la Inmaculada Concepción, de los padres jesuitas, lugar donde celebramos el acto. El director del colegio, cuando fuimos a pedir la sala, nos dijo que ponía todo a disposición, porque ellos querían sumarse al evento, «estoy tan contento con lo que están haciendo», agregó.
Un amigo, que iba llevando los afiches a las parroquias, al entrar en una de ellas, se encontró con el cura, que le dijo: «Comunión y Liberación. Siempre me interesó, pero nunca había conocido alguien de CL». Lo hizo pasar a su despacho y conversó una hora con él, debajo del vidrio de su escritorio tenía el manifiesto de Pascua de CL, de 2012.
Tampoco estuvimos exentos de dificultades. A veinte días del encuentro, nos faltaba casi todo el dinero. Un par de días antes, un amigo había conseguido todas las impresiones gratis, y eso había achicado los costos. Pero el dinero faltaba. Al día siguiente, escribimos una carta más, solicitando ayuda. Inmediatamente nos contestaron que querían colaborar con el patrocinio principal. A las pocas horas, contesta otra persona, aportando lo mismo. Por la tarde llama uno más. Al final del día, en la misa, la lectura era la de Pedro, que había pescado toda la noche y no había sacado nada, y Jesús le dice que tire otra vez la red y la saca llena de peces. Todo aquello del dinero había sucedido para que pudiéramos decir: «Es el Señor». Y esto se transformó en una gran alegría, «la alegría que sólo Él puede dar».
Pocos días después, volvió a suceder lo mismo, habíamos conseguido sólo dos medios, una radio y un canal de tv. Cuando vinieron a grabar para la tv, el periodista nos dijo: «me encanta lo que están haciendo, quiero ayudarles a difundirlo». Entonces nos dio páginas de nombres y teléfonos de periodistas. Durante quince días, no dábamos abasto, dando notas en la radio, la TV, y los diarios. ¡Fueron días muy divertidos!, ¡estábamos haciendo lío como pidió Francisco!
Y hemos entendido que los peces se acaban enseguida, pero el Señor, no. Él dura para siempre. Unos meses atrás, una amiga planteó esta pregunta en la Escuela de comunidad: ¿cómo puedo enamorarme de Cristo? La invitamos a participar en la organización del acto. Ella se involucró de lleno. Luego, en el camino, nos dijo: «la presencia del Papa me perturba porque es un hombre enamorado. Esto me provoca». Luego de tantos días de salir al encuentro de los otros, de haber compartido tantas cosas juntos, hoy nuestra amiga tiene cara de enamorada, y una alegría que contagia a quienes tiene alrededor.
Finalmente, llegó el día del evento. El padre Julián de la Morena ya estaba con nosotros desde el día anterior, visitando nuestras comunidades, compartiendo nuestra cotidianeidad e involucrándose como uno más en los detalles organizativos.
Sólo tengo una palabra para definir lo que ocurrió: se produjo un encuentro. Juan y Marcelo mostraron una disponibilidad asombrosa, y nos tratamos en todo momento como si nos conociésemos de toda la vida.
Nos encontramos con dos personas que abrieron su corazón, para comunicarnos lo que recibieron de Bergoglio. Marcelo Figueroa comenzó hablando de lo que para Bergoglio es el diálogo y el encuentro personal: «la característica fundamental de su propuesta dialogal es el silencio… Así como las notas de la música, si no existen los silencios, no puede haber partitura... Los silencios y la escucha son fundamentales. Una característica de él, de escuchar con empatía al otro que está hablando, haciéndolo sentir el más importante… y que puede aprender de lo que el otro le dice». «Nunca tuve una audiencia con él, siempre tuve encuentros».
Luego, el padre Juan dijo que Bergoglio es «inagarrable e indefinible». Y agregó: «lo que más me enseñó Francisco como sacerdote es a ser padre… Él es muy padre, un gran padre. Me enseñó a querer a la gente y a cuidar a la gente. Y especialmente al más pobre, al más débil, y al que está más solo. Me enseñó a pastorear de corazón».
«Como hombre me enseñó a ser más humilde, amigo de mis debilidades y mis miserias… camino que me llevó a ser mas misericordioso».
«Como cristiano me dio la posibilidad, algo que él tenía… me llevó a tener una fuerte amistad con Jesús. La amistad con Jesús es el centro del corazón de la vida de un cura».
Al final del encuentro teníamos la certeza de que con ellos ha empezado una amistad. Y nosotros hemos retomado el camino, con el horizonte ensanchado.

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