Son muchas las razones que llevaron a Wael Farouq, profesor egipcio de Lengua árabe en la Universidad Católica de Milán, a poner en marcha, hace dos años, un "Festival de la lengua árabe". Si por un lado «no se puede entender el islam sin conocer la música, el cine, la poesía árabes», por otro es necesario «responder al interés que cada vez más jóvenes sienten por esta lengua».
"Los árabes y Europa: entrelazando lenguas y culturas" era el lema de esta tercera edición, para la que la universidad se transformó, una vez más, en un gran centro de debate abierto a todos para indagar en los vínculos entre ese mundo y el nuestro. Medio centenar de expertos, periodistas y artistas procedentes de ocho países árabes y cinco europeos tomaron la palabra para hablar de ciencia, filosofía, matemáticas, literatura, y también cine, fotografía, poesía y música.
Dos hilos principales guiaron el festival del 9 al 11 de marzo. Salah Fadl, profesor emérito de literatura y crítica literaria en la Universidad Ayn Shams del Cairo, fue el protagonista del primero, el más "académico", compartiendo méritos con Mohammed Berrada, padre de la novela marroquí moderna. Ambos asistieron a la inauguración del Salón del Libro Árabe, donde se dieron cita diez editoriales árabes e italianas, con un importante catálogo de clásicos occidentales traducidos al árabe. También estaba allí el presidente de la Biblioteca Nacional de Abu Dhabi, que donó mil libros al Centro árabe de investigación de la Católica.
El segundo hilo, el "artístico", tenía su punto central en una exposición fotográfica dedicada a Omar Sharif, el legendario intérprete cinematográfico de Lawrence de Arabia y Doctor Zhivago, y la proyección del film Los caballos de Dios, de Nabil Ayouch, que reconstruye la historia de dos hermanos que estaban entre los cuatro autores de una serie de atentados que tuvieron lugar en Marruecos en 2003.
Antes de la proyección, tuvo lugar el testimonio de Mahi Binebine, autor de la novela en la que se inspiró la película, que narró su propia experiencia en Sidi Moumen, en la periferia de Casablanca. «Siguiendo las historias de varios chicos, he visto a muchos candidatos a kamikaze y creo que yo también, en aquellas circunstancias, habría podido soñar con el martirio. En 2006, después de dos años de trabajo, dejé a un lado el libro por miedo a "justificar" en cierto modo lo injustificable. Volví a escribir en 2007, siguiendo la técnica de hablar de un protagonista ya muerto, y por tanto lejano. La única manera que tenía de pensar en un terrorista era desactivarlo. Por eso mi protagonista ya está muerto al empezar el libro, de tal modo que ya no da miedo y por tanto podía hablar de sí mismo».
El Festival ha mostrado, por tanto, un contacto entre cultura árabe e italiana ya existente. Resulta significativo que en la Católica no se hayan limitado a mostrar tan solo la descripción de ciertas formas sino la existencia de los propios contenidos del Festival, dirigido al mismo tiempo a occidentales y a árabes. La confrontación cultural con otros países y culturas se mostró de manera práctica en un encuentro que, bien mirado, es el único medio para poder recordar la propia historia. «Solo profundizando en el conocimiento del otro es posible que uno no olvide sus propias raíces», señaló Wael Farouq.
El sábado por la mañana llegó el momento más esperado de todo el Festival, titulado "La imagen de los árabes en los medios occidentales", con Monica Maggioni, presidenta de la RAI; Samuel Shimon, director de Banipal, la revista de la Modern Arab Literature de Londres; y Sayyed Mahmoud, director del semanario egipcio Al Qahira.
Roberto Fontolan presentó a los ponentes y les provocó con una reflexión de Samir Kassir: «La infelicidad árabe es la mirada de los otros. Esa mirada que les impide incluso huir y que, a menudo, te deja parado en la frontera». Esa "mirada de los otros" se convirtió en el corazón del debate, donde se reclamó a la responsabilidad de cada "comunicador", es decir, a la capacidad para narrar evitando los estereotipos, a mayor razón cuando se trata del mundo árabe.
Para Monica Maggioni, "mirada" y "enfoque cultural" terminan siendo la misma cosa: «Una mirada debe ser educada, construida. Tener una mirada que banaliza los hechos, aunque sea por carecer de los instrumentos culturales necesarios, sería como evadir una responsabilidad. Esto no vale solo para los profesionales sino para todos, y por eso vale la pena discutir aquí, en la universidad». El ejemplo más reciente es el famoso "veto musulmán" que ha desatado la polémica en todo el mundo. «Las razones de la política parecen moverse en el terreno de los estereotipos en vez del de la realidad, y ciertas decisiones pueden influir en las culturas de todo un planeta. Un prejuicio debe ser denunciado, y para ello hace falta un juicio que distinga bien cuáles son los hechos».
Samuel Shimon identificó este prejuicio en los medios occidentales: «La juventud que migra a Occidente termina odiando Occidente. La única manera de combatir este problema es hacer cultura. Mostrar qué es realmente el mundo árabe con su arte, su literatura, sus riquezas». En definitiva, los problemas de comunicación entre Occidente y el mundo árabe son muchos y, como decía Sayyed Mahmoud, a menudo «causados por los protagonistas de la información que se vende al capital político». La solución, según Maggioni, es «la capacidad para cuestionarse, hacerse preguntas, que son el único elemento que, al final, puede desmontar los estereotipos».
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