En la imagen dos madres se estrechan las manos después de haber perdido a sus hijos: uno cristiano, el otro musulmán. También vemos grupos de jóvenes salen a la plaza, no para reivindicar derechos o protestar, sino para invocar el diálogo y el final de los conflictos. Y un musulmán que lleva la “N” de Nazareno –el símbolo utilizado en los países árabes para señalar a los que profesan la fe en Cristo– porque le pesa demasiado la idea de que a un hermano suyo le sea negada la libertad religiosa.
Son muchos los testimonios de libertad que narra el profesor Wael Farouq, intelectual egipcio, profesor de lengua árabe en la Universidad Americana de El Cairo y visiting profesor en la Católica de Milán, durante un encuentro organizado por el Centro Cultural San Carlos Borromeo con el título “¿Tener libertad o ser libres? El lado humano de la revolución egipcia”.
«La Historia con mayúscula está hecha de pequeñas historias con minúscula», comenta Monica Scholz, moderadora de la velada: «La historia es inmensa y por eso, dentro de cada uno de nosotros, nace el deseo de entender qué le sucede a otros y entender mejor las acciones del hombre. Una actitud activa que no quiere caer en la tentación de la indiferencia ni en la pretensión de delegar en otros, ni siquiera en el sistema».
Farouq estaba acompañado de Mina y Monica, dos jóvenes del grupo Swap (Share with all people: comparte con toda la gente), una asociación que nació en Milán el curso pasado y que está formada por jóvenes en su mayoría de la segunda generación de inmigrantes, sobre todo estudiantes universitarios de origen norteafricano o medioriental, cristianos y musulmanes. Ellos explican los paneles de la exposición “Cuando los valores toman vida”, que estuvo en la última edición del Meeting. «Una gran historia en imágenes», dicen, «que nace del deseo de redescubrir nuestra cultura». Una narración visual que, mediante fotografías, grafitis y testimonios, cuenta la historia de un pueblo. «Con esta exposición hemos querido dar a conocer la reacción en Egipto de los jóvenes musulmanes que con sus actos decidieron no tanto condenar el mal sino mostrar con su vida el bien», explica Farouq: «Es decir, han tenido la capacidad de mirar la realidad y tomar una decisión: esto es ser verdaderamente libres ante un drama como la negación de la libertad religiosa».
«La verdadera protagonista de esta revolución es la gente común, desconocidos que no han renunciado a la fe. No solo a la propia sino tampoco a la de otros hermanos que habitan en la tierra de Egipto. La libertad, en el fondo, no es otra cosa que la capacidad de querer el bien y mirar al otro», añade Farouq, que percibe «en el diálogo entre estereotipos» el riesgo real que mina desde sus cimientos la posibilidad del diálogo interreligioso y de la convivencia entre culturas diferentes.
«El símbolo es reducción de la persona, el paso de valor a ideología. Incluso el amor, si no es fruto de una experiencia, se reduce». No una teoría, sino una gran experiencia en acto. Los jóvenes de Swap ofrecen un testimonio concreto de cómo la integración es verdaderamente un objetivo posible, incluso en una tierra herida, como Egipto. Por tanto, si es posible reconstruir una relación y un diálogo allí donde se dan conflictos y contraposiciones tan grandes, aún más posible será en el contexto histórico de nuestra Europa, donde todavía parece difícil la convivencia civil real entre los pueblos. Tal vez no se trata de limitarse al debate sobre la oportunidad o no de ciertos particulares, sino de vivir un encuentro. Para comprender que una amistad verdaderamente es posible.
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