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CARTAS

La inexorable positividad de la realidad

Cristian Serrano
20/03/2012

Bajo este título, los universitarios de Comunión y Liberación España asistieron del 9 al 11 de marzo a los Ejercicios Espirituales anuales, en la casa Fray Luis de León de Guadarrama. Alrededor de 160 jóvenes universitarios llegados de Madrid, Barcelona, Canarias y otros puntos del país se reunieron junto a Ignacio Carbajosa para trabajar y profundizar en la positividad de la realidad, es decir, el interés que suscita la realidad por ese “tú” que hay detrás que la hace positiva.

Para ejemplificar de forma clara y radical, el sábado noche María José y Javier, padres de tres hijos, testimoniaron lo que supuso en sus vidas el nacimiento de María, su última hija que nació con parálisis cerebral. En la semana 20 del embarazo a este matrimonio se le comunicó que María tenía una grave anomalía cerebral. Comienza así un largo camino de visitas al médico que suponen noticias cada vez peores, hasta el punto de saber que si María nacía iba a ser un milagro. Este drama provocó en María José y Javier una exigencia radical de significado. “Yo vivía porque Alguien me daba la vida, mi marido y mis hijos, también; sabía que no podía cumplir la vida de mi hija”, nos contó María José.
Un tres de agosto, María viene al mundo en el seno de una familia conmovida por el hecho de que ella estaba allí, existía. A partir de este momento, María se manifiesta como un bien en sí misma tanto para su familia como para todos los que les acompañan. “Aprendí que María no era mía, era para el mundo”, añade su madre.
Por otra parte, Javier cuenta que el mayor milagro que ha vivido es el cambio de su corazón y que no hay nada más grande que el cambio de uno mismo. “Sólo se hace experiencia de las circunstancias abrazándolas totalmente. “La conciencia del bien que supone la presencia de María, la espera y el deseo de comprobarlo cada vez más es lo que nos permite mirarlo todo con una apertura. Así he comenzado a mirar a los demás de una manera antes inimaginable”, explica Javier.
Sólo un camino humano, concreto como el de los discípulos, puede dar lugar a una certeza que es como una roca: la certeza de que la vida nos es dada, momento por momento, antes de que nosotros hagamos cualquier esfuerzo. Para ello, es necesaria una lealtad ante la realidad, ante todo lo que tenemos y que recibimos. Un “ejercicio” muy bueno para esta universidad que es la vida.

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