Me siento feliz, pero no es una felicidad pasajera, no. Es que cada vez que recuerdo aquel momento, aquellos días, se me dibuja una sonrisa, que claramente no es de este mundo. Es fruto de la memoria de los momentos que viví allí, las personas que conocí, las que ya conocía y las que conocí mejor.
Los momentos de palabra, los juegos, la caminata, los momentos libres, en los que nos íbamos todas juntas a caminar, hablar y reírnos, nos reíamos mucho, pero no era una felicidad de unos segundos, duraba y cuando iba a irse, volvía gracias a otro momento precioso del día, porque cada día allí era un regalo.
Lo que verdaderamente fue un regalo, fue el ver cómo tu mejor amiga, a pesar de no ser creyente, iba a misa e intentaba decir todas las partes de esta. Que se aprendiera el Padre Nuestro solo por el campamento y que pusiera interés en todo lo que se hacía y decía.
Yo estaba completamente agradecida y feliz de que ella estuviera descubriendo esta parte del Movimiento, esa parte que a mí me hace tan feliz y ojalá que ella encuentre algún día, no tiene por qué ser hoy o mañana, puede que tarde años o tal vez no la encuentre nunca, pero que tenga por seguro que yo estaré ahí para ayudarla en el camino.
Para mí es un regalo tenerla conmigo y ojalá que no nos separemos nunca.
Sería una gran alegría que viniese a catequesis el año que viene y más aún que siguiera viniendo a los campamentos, porque la religión no es solo algo teórico donde se descubre a Dios, es en la práctica, en los campamentos, en las excursiones, en escuela y conociendo a gente.
Gente que algún día a lo mejor se convierten en tus amigos, pero no en los amigos que te dan una palmadita en la espalda y ya está, sino como decía Agalac –uno de los curas que estaba en el campamento y que se encargaba del acto de la mañana– unos que se preocupen por ti realmente, que te preguntan ¿cómo estás?, pero sinceramente, porque esos son los amigos verdaderos.
Y por eso quiero seguir en esta compañía, por eso quiero que mi mejor amiga, a pesar de no ser creyente del todo, siga en esta compañía.
Porque yo, a pesar de ser creyente y de que mis padres estén en el Movimiento, no había encontrado a Dios hasta este campamento y estoy agradecida a que mis mejores amigas estuvieran ahí conmigo, descubriendo a Cristo.
Inés, Tenerife
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